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Actualizado: 20 de junio de 2025


El Santa Ana, amparado sólo por el Fougueux, francés, tuvo que batirse con el Royal Sovereign y otros cuatro ingleses; y a pesar de la desigualdad de fuerzas, tanto padecieron los unos como los otros, siendo el navío de Collingwood el primero que quedó fuera de combate, por lo cual tuvo aquél que trasladarse a la fragata Eurygalus.

La desdichada madre siente que hasta la voz le falta para decir el último «adiós». Andrés comprende por primera vez lo que es perder de vista su hogar y su patria, y lanzarse niño y solo á los desiertos del mundo, y también por primera vez llora, y acaso se arrepiente de su empresa; tío Nardo mira hacia el Muelle y procura no hablar para que no se vean las lágrimas que al cabo vierte, ni descubra su voz la pena que hay en su pecho; y deseando abreviar aquella escena por afligir menos á su hijo, estréchale en silencio entre sus brazos, coge por otro bruscamente á su mujer y desciende con ella al bote, imponiéndose la dura penitencia de no mirar á la fragata hasta que llegue al Muelle.

Juan Andrea Doria llamó á su galera los Generales y Capitanes de galeras y les dijo la nueva que la fragata había dado, para que viesen lo que se debía hacer. En estas juntas y consejos de mar, habiendo propuesto Juan Andrea el caso, el primer voto era el del General del Papa; tras éstos hablaban D. Sancho y D. Berenguel, y el del Duque de Florencia, Cigala y Scipión Doria y los demás.

Á los diez en la tarde, á hora de vísperas, llegó una fragata de Malta que inviaba el Maestre, y dió aviso cómo el armada del turco había hecho agua en el Gozo, isla ocho millas de Malta, y había partido de allí tres días había, cuatro horas antes que esta fragata partiese. Á esta isla del Gozo vino el armada desde Modón sin dar nueva de ni tocar en otra banda.

Prendieron á D. Berenguel, General de las galeras de Sicilia, con D. Juan de Cardona, su yerno. Estos se perdieron por hacer lo que debían en seguir al General. Prendieron á D. Gastón de la Cerda, hijo del Visorrey de Sicilia, y al Obispo de Mallorca, y D. Fadrique de Cardona, y el Maestre de campo Aldana y otros muchos caballeros y Capitanes. Salvóse Juan Andrea en una fragata.

En este medio llegó nueva que D. Alvaro enviaba á tomar vestidos para mudarse y á que llevasen los remos y vela que estaban dentro el castillo de una fragata que era venida de Mesina pocos días había, con intención de irse en siendo de noche; y como se entendió esto, los capitanes y soldados comenzaron á alborotarse y á no consentir que le llevasen la vela y remos, y entre los otros D. Guillén Barbarán, caballero sardo, dió de cuchilladas á aquéllos que los llevaban, é hízoselos dejar.

En la Bahia de los Leones, bajaron á tierra los españoles, y no encontraron rio alguno. En la de Camarones, no habia cosa notable, sino muchas y grandes peñas que parecian una ciudad anegada. Tenia tan poca agua esta bahia, que la fragata se quedó en la peña hasta que volvió la marea. En la de Gallegos tambien desembarcaron, pero los llamaron antes que pudiesen examinar si habia ó no rio alguno.

Pero entonces yo era rico; entonces el pabellón de guerra de las anchas franjas y del león real, se izaba en el palo mayor cuando yo subía a bordo de mi fragata; entonces la inquisición no había puesto aún precio a mi cabeza... ¡entonces, no me llamaban el condenado! y más de una vez la mujer de algún grande de España me sonreía tiernamente cuando, en una bella tarde de estío, yo acompañaba con mi guzla su voz pura y sonora. ¡Vamos, valor, mi fiel Iscar, porque el pasado está lejos!

Me levanté, me vestí y me acicalé todo lo posible. Los marineros de la fragata, vestidos de día de fiesta, nos esperaban en el bote; entramos don Ciriaco y yo, y nos dirigimos al puerto de Cádiz.

¡Y pensar dijo el marino que el señor gobernador de Cádiz no puede disponer de una buena fragata para poner término a tales horrores y que no tenemos para defendernos más que algunos guardacostas que huyen así que divisan el bauprés de la tartana maldita! Armemos algunos faluchos por cuenta nuestra, compadre, y ¡por Santiago! ya veremos si Satán le protege y si está al abrigo del plomo.

Palabra del Dia

rigoleto

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