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Actualizado: 20 de junio de 2025
Pero ahora, gracias al tío Chispas, que le tenía ley por haber conocido a su padre, era todo un marinero, estaba en camino de ser algo, podía con todo derecho meter su brazo en el caldero, y hasta llevaba zapatos, los primeros de su vida, unas soberbias piezas capaces de navegar como una fragata, que le sumían en éxtasis de adoración. ¡Y aún dicen que si el mar!... Vamos, hombre.
Romanet, que se dice hallarse hoy en Buenos Aires, empleado en nuestra marina real, y destinado entre otros oficiales de este cuerpo á la division de los límites con Portugal, para que exponga con la debida claridad, si es cierto que cuando acompañó á Mr. de Bougainville en el viage que hizo al rededor del mundo, al desembocar el estrecho de Magallanes, por donde pasaron al mar del sur, vieron un sloop á corta distancia; el cual, sin embargo de hallarse bien cerca de tierra, inmediatamente viró de bordo, y giró para ella; por lo que al instante lo perdió de vista la fragata francesa.
Total de gastos, con hospedaje y alimentos de las tres personas en el Cuartelillo, cinco napoleones. Nada, pues, le quedaba ya que ver, como él decía, cuando le avisaron que era preciso embarcarse, porque estaba la fragata lista para darse á la vela. Esta noticia, que no le sorprendió lo más mínimo, acabó de anonadar á su madre y sacó, por un instante, de su habitual atolondramiento á tío Nardo.
Se llama pliego de historia, y en él se anotan cuantas circunstancias se han observado en la construcción. Exacto. Pues cuando le entregaron el pliego de historia del barco y leyó el nombre, Menchaca estuvo a punto de tener una congestión. ¡Demonio! ¿Cómo se llamaba el barco? La Bella Vizcaína. ¿Nuestra fragata? La misma, pilotín, la misma.
En cuanto á su persona, decidido estaba á marchar de noche en una fragata, reunir las galeras que se hubieran salvado y dar orden en el armamento de otras tres que en Sicilia y Malta se hallaban.
La noche que se había dado el asalto al turrión de San Juan, llegó una fragata de Sicilia con cuerda, que era bien menester, y medicinas, de que había tanta necesidad, que hobiera dado la vida á muchos á venir antes. Dende á dos días estaba despedida para irse.
La fragata francesa Themis echó un cable y puso la proa al Norte; pero ¿qué fuerza podía tener aquel barco para remolcar otro tan pesado como el Santa Ana, y que sólo podía ayudarse con las velas desgarradas que quedaban en el palo del trinquete?
Estaba más cerca del Océano que en el puente de un trasatlántico. La fragata no levantaba espumarajos de rabioso paleteo. Se deslizaba discretamente en el silencio marítimo que guarda el secreto de los primeros milenarios de la tierra recién nacida. Los habitantes oceánicos se aproximaban á ella confiadamente al verla cabecear como un cetáceo mudo é inofensivo.
Después vino al castillo á reñir con el Gobernador Olivera y el Castellano, exhortándoles lo mismo. Si los Oficiales tuvieran el ánimo y determinación deste clérigo, no viniéramos á lo que hemos venido. El Capitán Pedro y el Secretario Alarcón fueron en una barca á las galeras, donde llevaron agua y bizcocho y los remos y velas de una fragata.
De todos modos, ¿no era lógico suponer que mayor peligro corría el Santa Ana, desarbolado, sin timón, y obligado a marchar a remolque de una fragata? Marcial fue puesto en el sollado, y Malespina en la cámara. Cuando le dejamos allí con los demás oficiales heridos, escuché una voz que reconocí, aunque al punto no pude darme cuenta de la persona a quien pertenecía.
Palabra del Dia
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