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Actualizado: 17 de julio de 2025
Al mozo favorece la fortuna, Que el indio con su pica tal venia, Que si el caballo un brinco no pegára, Por medio de los pechos le pasára.
Por fortuna, ningún caballero que tuviese el apellido de Vargas asistió jamás a la tertulia de Rafaela, y D. Joaquín pudo sostener su tesis, poco lisonjera para los Vargas, sin promover el menor altercado.
Á no ser por el diablo de mi suegro y de sus cow-boys de hijos, te hubiera presentado yo mismo sencillamente y de muy buena gana, y hubieras participado de mi buena fortuna. Eso se hace entre amigos, sobre todo de viaje. Tragomer dejó pasar unos instantes y después, como si le acometiese de nuevo la curiosidad, preguntó: ¿Dónde conociste á Jenny Hawkins! ¡Ah! ¿eso te preocupa?
Mostrándosele la suerte cada día más rebelde, tuvo que mermar la hacienda de su mujer y de sus hijos para hacer frente a las pérdidas, y lanzarse en ese abismo sin fondo que se llama el desquite. Entre sus compañeros de vicio había un joven, marqués a quien los dados favorecían con tenacidad, y don Fernando tomó a capricho luchar contra tan loca fortuna.
Era capaz de perder su fortuna por ella, de afrontar peligros de muerte, pero apartándola á continuación con el pie si intentaba influir en su existencia.
Acosado por tan fatales reveses de fortuna, otro menos enérgico y de fé no tan pura ni entusiasta por la libertad de su cara patria, habria desesperado de su empresa; pero el Libertador, cuyo temple y constancia eran inquebrantables, oyendo los consejos de un prudente valor se dirigió á Cumaná, donde unido á Ribas, Mariño, Valdés, Azcúa y otros bravos oficiales, pesó, midió y estudió las circunstancias que hacian su situacion tan precaria, y, despues de un largo debate, decidieron la evacuacion de la ciudad.
Como la lengua de todos los Hombres-Montañas que vinieron aquí ha sido siempre el inglés, el gobierno consideró necesario que yo abandonase la Universidad por unas horas para prestar el servicio de mi ciencia. Ha sido una verdadera fortuna para usted el que reconociésemos que es un gentleman. Gillespie no ocultó su extrañeza ante tan repetida afirmación.
Pues ¡qué! no era la primera vez que ella se las había encontrado, no en la calle, frente a frente, sino en tiendas, lado a lado, viendo telas y regateando con el dependiente, como si no tuvieran lo poco suyo y lo mucho de los otros, total, una gran fortuna; y sin embargo, ella... tan tranquila. No tenía por qué ponerse colorada y a soberbia nadie le ganaba.
Desde que su principal se dedicaba en cuerpo y alma a la Bolsa, animado por ciertas jugadas de fortuna, Juanito era de hecho el dueño de la tienda.
El doctor Talberg, á la vuelta de América, la había abandonado para casarse con una joven fea y rica, hija de un negociante, senador de Hamburgo. Otros habían explotado igualmente su juventud, tomando su parte de alegría y de belleza para unirse luego con mujeres que sólo tenían el atractivo de una gran fortuna.
Palabra del Dia
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