Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de junio de 2025
Las ballenas abundaron siempre en los mares de la Groenlandia. Grande objeto de concupiscencia para aquellos á quienes es el aceite artículo de primera necesidad. El pez dalo gota á gota, la foca á raudales y la ballena á mares.
Siguieron a buen paso, inclinándose hacia el Este; pero los australianos no se dormían tampoco en su marcha, pues la delantera que les llevaban no menguaba un ápice, a juzgar por el rumor de sus voces. El Capitán, que no estaba tan ágil como los dos jóvenes, maldecía de la ligereza de los salvajes, y Van-Horn seguía a duras penas la marcha, resoplando como una foca.
No produciendo nada la tierra, buscó hacia el mar, y como éste estaba cerrado, no tuvo más remedio que sacrificar á su amiga la foca; en ella encontraba concentrada la grasa del mar, el aceite, sin el cual muriérase de frío antes que de hambre. El groenlandés no sueña más que en ir á habitar la luna al término de su carrera, donde hallará leña á discreción, fuego, en fin, la luz del hogar.
En la foca, nadador famoso, y en el elefante marino, tan pesado, el brazo es una nadadera, estando apretado y ligado al cuerpo, y no puede desprenderse. Mas el lamantín hembra, tímida mujer anfibia, mama di l'eau, como dicen los negritos de las colonias francesas, produce el milagro: todo se desliga, por un esfuerzo constante.
Y mientras yo me dejo estar de pie, resollando como una foca, porque a los cuarenta y siete años, señores, uno no se pasea ya impunemente a cuatro patas, ella suelta una carcajada breve, dura, forzada. ¡Ríase usted de mí! le digo. ¡Si supiera usted cuán pocas ganas tengo de reírme! me dice, haciendo una mueca de dolor. Y se restablece el silencio.
Algo como la tos prolongada de un gigante resfriado, algo como debe ser el quejido de una foca a la que arrebatan sus chicuelos, llegó a nuestros oídos, y todos los muchachos del servicio de a bordo gritaron en coro: «¡El Montoya!» Es necesario saber que, siendo el Montoya de la misma compañía y teniendo nosotros la bandera a media asta en popa, lo que era pedirle se detuviera, éranos lícito regocijarnos en la esperanza del transbordo.
En nuestro planeta, el aceite la reemplaza, pues bebiéndolo copiosamente calienta su cuerpo. Gran contraste entre el hombre y los anfibios soñolientos, que aun en dicho clima saben vivir sin padecer mucho. Bastante lo indican los tiernos ojos de la foca. Nodriza del mar, de continuo está en relación con él, y sabe aprovechar todas las ocasiones para aprovisionarse.
El viento del polo azotábales continuamente con un diluvio de escarcha, con ese torbellino de agudas flechas que punzan y penetran, embrutecen, haciendo perder la voz y los sentidos. Cerrado el mar, no había que pensar en la pesca; pero quedaba la foca. Y ¡cuántos peces no encierra una foca! ¡Qué riqueza de aceite acumulado!
Hacía dos semanas que estábamos en el Antioquía, con la mirada invariable al Norte, esperando, esperando siempre, cuando la misma tos de gigante resfriado, el mismo quejido de foca desolada, se hizo oír al Sur.
Un famoso violinista, otro que tocaba un instrumento de madera y paja admirablemente, cuatro hermanos campanólogos, un moro que mostraba dos vacas sabias, un doctor inglés que traía un microscopio, el célebre gigante chino, una foca marina que decía papá y mamá, etc. A todos había protegido don Mateo. Pero su activa campaña de propaganda no les valió gran cosa.
Palabra del Dia
Otros Mirando