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Actualizado: 23 de julio de 2025
Ahí están los peñascos de granito y los fragmentos de pórfido; allí los esquistos de aguda arista medio hundidos en la arena; más allá, pedazos de cuarzo y asperón, guijarros calizos, trozos de mineral, cristales achatados. También hay fósiles de diferentes épocas, y en los espacios en que las aguas se han arremolinado mucho tiempo, se han parado esqueletos de animales flotantes.
Abajo extendíase el rojo caserío moderno del Terreno, y más allá, al extremo del cabo, el antiguo Puerto Pi, con su torre de señales y las baterías de San Carlos. Al otro lado de la bahía perdíase mar adentro, en las brumas flotantes del horizonte, un cabo de obscuro verde y peñas rojizas, sombrío y deshabitado.
El arrojo de los navegantes, á los que la industria humana ha prestado casas flotantes para cruzar las soledades del Océano; la ciencia, que una tras otra le ha suministrado al marino nuevas conquistas, con las cuales sabe donde va y por qué sitios, cuanto anda y adonde se encuentra; el vapor, que le ha facilitado marchar velozmente y en todas las épocas del año, sin tener que someterse como ántes á la poderosa ayuda de los vientos; todo en una palabra, solo ha servido para que los hombres se comuniquen, para estudiar y conocer el mundo, para grandes y poderosas conquistas, es verdad, pero no para imprimir la huella del hombre, pero no para marcarle con el sello del genio como el hombre hace con todas sus obras.
Una inmensa alfombra de gramíneas rizadas cubre las orillas del canal, y sobre ese interminable feston, agitado por las brisas, se mecen las palmas elegantes de las gramíneas arbóreas, entretejidas por cortinas flotantes de parásitas y flores, que forman sobre la cabeza del viajero una bóveda sombría, poblada de perfumes desconocidos y de indefinible belleza artística.
Y lo peor fué que estas construcciones gigantescas y los gastos enormes que exigían, todo resultó inútil. El continuo invento de medios destructivos dió vida á nuevas embarcaciones no más grandes que algunos peces de nuestros mares, pero que, á semejanza de éstos, podían deslizarse por la profundidad submarina, atacando de lejos á los monstruos flotantes hechos de acero.
El que lo ve, apostaría cualquier cosa que tan frágil barquilla va á zozobrar... No hay cuidado. Vuela como una flecha sobre las olas, desaparece, vuelve á aparecer entre los fuertes remolinos producidos por los hielos y en medio de aquellas flotantes montañas. Hombre y barquilla no son más que una pieza, un pez artificial. Empero, ¡cuán inferior es á los verdaderos peces!
No tenían mas que arrojar en el estrecho una cantidad de minas flotantes, y el río azul que se desliza por los Dardanelos las arrastraba hacia los buques sitiadores, destruyéndolos con infernal estallido.
Allí, bajo esos pabellones, la luz se amortigua, la paz reina como en un jardin, los racimos flotantes de naranjas provocan, los pájaros cantan como en una mansion de amor, y la naturaleza, idealizada, parece evaporarse en perfumes y colores como si un voluptuoso deleite la mantuviese magnetizada y feliz....
¡Oscilación encantadora, gracioso equívoco! Al límite de los dos reinos y bajo esas flotantes apariencias tan fantásticas, el espíritu da testimonio de sus primeros albores. Es el alba, la aurora matutina. Con sus resplandecientes colores, sus nácares y esmaltes, señala el sueño nocturno y la idea del día que aparece. ¡Idea! ¿Nos atreveremos á pronunciar esta palabra?
No tardó en salir a la carretera. La luna brillaba en lo alto del firmamento. De vez en cuando, grandes nubes espesas, flotantes tapaban su disco, pero al instante volvía a lucir. En las regiones superiores de la atmósfera soplaba un viento huracanado. Abajo parecían reinar el silencio y la paz. Josefina no salía de su desmayo. El conde le limpiaba con su pañuelo la sangre.
Palabra del Dia
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