Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 16 de octubre de 2025


Vencía a los moros en innúmeras batallas, brindaba a la España el reino de Nápoles o el imperio de Moctezuma; y, por fin, de pie en el castillo de una nave inverosímil, destruía para siempre toda la flota del turco, en un nuevo Lepanto prodigioso, que su imaginación soñaba según las estampas.

«¡Cuántas veces dice en un salón, brillante de luz, o en una mesa elegante y delicada, he oído decir a un hombre, culto, fino, bien puesto: tengo pasión por los viajes, y tomar su rostro la expresión vaga de un espíritu que flota en la perspectiva de horizontes lejanos; me ha venido a la memoria el camarote, el compañero, el órdago, la pipa, las miserias todas de la vida de mar, y he deseado ver al poético viajero entregado a los encantos que sueña!».

En esta ocasión no le faltó su habilidad. Con raro disimulo ganó el corazón y hechizó al capitán de una nave lusitana que tocó en Melinda de paso para Massauá a donde iba a reunirse con la flota, que había llevado a don Rodrigo de Lima y que debía volver a la India con dicho señor y con toda su pomposa Embajada, después que hubiesen visitado al Preste Juan, o sea al monarca de Abisinia o por otro nombre de la alta Etiopía.

Los barcos de la flota que Kubilai-Kan envió a la conquista del Japón, dispersos e impulsados por una tempestad, pudieron llegar acaso al Fusang misterioso; pero de seguro que jamás volvieron de allí trayendo nuevas de lo que habían visto.

Pero ahí están: su espíritu flota sobre esa reunión de hombres, y el extranjero que no tiene el hábito de ese espectáculo, cree verlos, cree oírlos aún con sus voces humanas. En el banco de los ministros, Gladstone, Bright, Forster... Pero el último romano domina a todos. En él concluye por el momento la larga serie de los grandes hombres de estado en Inglaterra.

Acudió el gentío a la Torre del Oro a ver la flota, y entre las damas que estaban en los estrados que para ellas se habían puesto junto a la orilla, asistía mi madre, que era una hermosa doncella de veinte años, y tan desamorada y esquiva, que no parecía sino que el amor no alentaba para ella, según que era de desabrida con todos los que se rendían a los encantos de su hermosura.

Su nariz, en guisa de interrogación, bien merece un soneto quevedesco o una de las loas que rimara Rostand en el Cyrano; su melena, romántica y subversiva, flota como airón en las revueltas populares, y es como el símbolo orgulloso de toda su vida.

Pudieran bien decir los doloridos, Estando en San Vicente reposados, Si nosotros no fueramos perdidos, Por ser de nuestra flota ya apartados, O fueramos de hambre consumidos, O muertos de los indios y acabados; Y cierto para haber de guarecernos El medio mas seguro fuè perdernos.

Su principio, representando la fiesta de los indios en el templo del Sol de Copacavana, es magnífico. Los himnos de los sacerdotes de los ídolos son interrumpidos por los cañonazos, que anuncian la llegada de la flota de Pizarro.

¡Granada, mi Granada! aportillada y rota, hundidos tus alcázares, desierto tu Albaicin, ni tu pendon bermejo en Bib-Arrambla flota ni en tus marciales fiestas ondula la marlota del lidiador zenete ó el fiero mogrebin.

Palabra del Dia

sueldos

Otros Mirando