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Actualizado: 17 de octubre de 2025
Tenía ocurrencias de demonio... De buenas a primeras preguntó a Bautista, el intendente, si vivía en la casa alguna doncella, porque, desde unos trescientos años atrás, tenía el capricho de volver a pellizcar blancas y rollizas formas femeninas... Bautista, con la dignidad propia de un alto servidor de casa ducal, dijo que allí no había hembra alguna, ni se estilaban mujeres con semejantes formas... ¿Qué hizo entonces la extravagante visita?
Las mujeres prestáronse gustosas a conducir el cadáver; pero como el cementerio estaba muy cerca de la casa del cura, Salvador tomó en sus brazos el cuerpo frío, y acompañado del cura y sacristán, precedido de una turba de chiquillos y seguido de dos docenas de mujeres curiosas, le depositó junto al hoyo. Con ayuda de femeninas manos fue bajado a lo profundo y se le echó mucha tierra encima.
Sentía hacia su marido, sin embargo, una especie de lástima, y aun se prestaba a la singular manía en que últimamente aquél había dado revelando a su propia mujer, sus pérdidas al juego, sus desventuras amorosas, su naufragio moral, y cómo le eran indispensables las mujeres para consolarse de las traiciones del juego, y el vino para olvidar las femeninas veleidades.
Marchaban entre grandes edificios levantados cuando la capital se ensanchó á consecuencia de la Verdadera Revolución. La cárcel donde guardaban á Ra-Ra era un antiguo cuartel que las tropas femeninas habían abandonado por insalubre. Aquí dijo Popito. Y le señaló con sus gritos y sus manoteos un edificio de paredes sombrías, con las ventanas cerradas.
Mis pasos eran cada vez más cortos y más tardos, recorriendo, mareando, el confuso laberinto de las calles, animadas con vivas ráfagas de luz, regaladas de músicas y vibrantes de gritos y carcajadas femeninas. Llegaban las once, y entonces mis pies se movían presurosos por la revuelta calle de Argote de Molina, hasta alcanzar la casa de Gloria.
A la niña la recomienda mucho a sus relaciones femeninas y muy especialmente a unas parientas del propio «tramitador», señoritas distinguidas que figuran mucho en sociedad, las cuales toman bajo su protección a la neófita, logrando que sea invitada a las principales fiestas de nuestro gran mundo. El «tramitador», que todo lo prevé, tiene buenos amigos entre los cronistas sociales de los diarios.
En cuanto á las galas femeninas, decía Felipe V casi ruborizado: ...«Por cuanto son muy de mi real desagrado las modas escandalosas en trajes de mujeres y contra la modestia y decencia que en ellos se debe observar, ruego y encargo á todos los obispos y prelados de España que, con celo y discreción, procuren corregir estos excesos y recurran en caso necesario á mi Consejo, donde mando se les dé todo el auxilio conveniente.»
Otros, por encima de ellos, ocupaban, como si fuesen bancos, los mástiles de las grúas colocados horizontalmente. Algunos, con aire señoril, dormían arrellanados en sillones plegadizos de lona vieja, recuerdo de anteriores viajes. Correteaban bandas de muchachos medio desnudos, yendo a refugiarse entre las rodillas femeninas en los azares de su persecución.
Palabra del Dia
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