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Actualizado: 20 de mayo de 2025
813 Y aunque mi padre no era el dueño de ese hormiguero, el, allí muy cariñero, me dijo con muy buen modo: "Vos serás heredero y te harás cargo de todo." 814 "Se ha de arreglar este asunto como es preciso que sea; voy a nombrar albacea uno de los circustantes; las cosas no son como antes tan enredadas y feas."
Este es el tercer personaje de los cuatro que formaban mi auditorio, y éste el que expuso su modo de pensar, diciendo: «No está sino muy bien. Hay que pintar la vida tal como es: repugnante, soez, grosera. El mundo es así: no nos toca á nosotros reformarlo, suponiéndolo á nuestro capricho y antojo; nos cumple sólo retratar las cosas como son, y las cosas son feas.
Acostumbrado Arturito a las exquisiteces, primores y alambicadas quintas esencias de las mujeres de París, volvió muy desdeñoso, encontrando a sus compatriotas feas, zafias y mal vestidas. En ninguna de ellas descubría un átomo de chic.
Accedió el coloso, sonriendo al pensar en la inutilidad de dicho registro. Además, el catedrático quiso hacerle admitir como un gran honor el hecho de que iban á ser las hermosas muchachas de la Guardia las que huronearían en sus bolsillos, en vez de aquellas hembras feas de la policía á las que había hecho pasar un mal rato.
El dueño le presentó a sus hijas, unas chicas bastante feas, con los ojos torcidos y los pies muy chiquitos... en fin, VV. ya habrán visto a algún chino. Parecían amables, y mi amigo quedó muy satisfecho del recibimiento que le hicieron. No quedó tan contento de la madre, esposa de nuestro chino. Era una vieja que estaba al lado del fogón picando cebolla, así como está ahora Rufa.
Los antiguos pinos, negros y solemnes, que emitían una especie de gruñido y otros rumores melancólicos cuando los agitaba la brisa, convertíanse sin dificultad en clérigos puritanos á los ojos de Perla; las hierbas más feas del jardín, eran sus hijos; hierbas que la niña pisoteaba y arrancaba sin compasión.
Es natural... El hombre bien criado y la mujer ordinaria no emparejan bien. Pasa la ilusión, y después ¿qué resulta? Que ella huele a cebolla y dice palabras feas... A él... como si lo viera... se le revuelve el estómago, y empiezan las cuestiones. El pueblo es sucio, la mujer de clase baja, por más que se lave el palmito, siempre es pueblo. No hay más que ver las casas por dentro.
Su marido la detuvo al tiempo de salir, y la dijo en voz baja: No digas palabras feas. Procura estar prudente... El infame es él, que se ha aprovechado de su estancia en nuestra casa... ¡Qué miserable! Ventura salió del cuarto y se dirigió al de su hermana temblando de susto.
No es dable decir otro tanto de las mugeres, que son generalmente feas. El idioma de los Itonamas, enteramente distinto de los dialectos de las otras naciones de la provincia, no carece de armonía; y si bien es duro para la pronunciacion de muchas palabras, la gran cantidad de vocales que emplea lo hacená veces eufónico.
Su humorismo provinciano se desata en el sarcasmo, en la ligera y apenas perceptible sonrisa burlona que me la imagino distendiendo constantemente la comisura de sus labios ; en la crítica mordaz y fina de los sectarismos sociales, de los órganos petrificados que pugnan por abatir el espíritu de observación y experimentación del positivismo científico, sin verdades reveladas ni verdades inmutables; teniendo siempre la frase adecuada, la cita oportuna, el decir cáustico para todas estas cosas tan feas y tan nuestras.
Palabra del Dia
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