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La política es la gran culpable en la vida americana: fascina a los talentos jóvenes, los seduce y los esteriliza para la producción intelectual serena y elevada; los embriaga con la acción efímera, los gasta y los deja desencantados, imposibilitándolos para volver al culto de las letras, y esclavizados por la fascinación de la vida pública.

Con frecuencia también, uno era el huésped del otro; y para el joven ministro había una especie de fascinación en la sociedad del hombre de ciencia, en quien reconocía un desenvolvimiento intelectual de un alcance y profundidad nada comunes, juntamente con una liberalidad y amplitud de ideas que en vano trataría de buscar en los miembros de su profesión.

Dichoso el que, trayendo formado su corazon y preparado su espíritu á todas las sorpresas y al estudio atento de todos los prodigios y fenómenos de la civilizacion, tiene la fuerza de resistir, sin dejarse deslumbrar, á esa fascinacion que todo lo desconocido y lo grande ejercen sobro las almas impresionables y sencillas!

Eso que no sabía decirlo. Se le había aparecido en sueños con aquella su sonrisa angélica y aquel aire distinguidísimo... «Por María Santísima dijo Rosalía , no se haga usted ilusiones, querida, yo no puedo, no puedo, no puedo...». Que puede, que puede replicó Milagros, con una insistencia que ejercía cierta fascinación en el ánimo de la otra . Basta querer... La cosa no es desmesurada.

Sus aventuras galantes eran innumerables: como por virtud de una fascinación, todas las mujeres que había hecho objeto de sus deseos habían sido suyas. Y de esa vida había salido por obra de la Condesa Florencia. El juez tuvo noticias más precisas con respecto a los sentimientos que había experimentado en ese tiempo, leyendo los papeles encontrados en el domicilio de la difunta, en Niza.

Esta escena horrible duraba ya dos horas mortales; la postura violenta del gaucho y la fascinación aterrante que ejercía sobre él la mirada sanguinaria, inmóvil, del tigre, del que por una fuerza invencible de atracción no podía apartar los ojos, habían empezado a debilitar sus fuerzas, y ya veía próximo el momento en que su cuerpo extenuado iba a caer en su ancha boca, cuando el rumor lejano de galope de caballos le dió esperanza de salvación.

¡Había de haber sido una monja! dijo Quevedo cuando se certificó del estado mental de Francisco Montiño. Un mozo entretanto trajo la empanada. Quevedo sirvió la mitad de ella á Montiño. Este cortó maquinalmente un pedazo de masa, y lo llevó á la boca. Bastó esto para que volviese de su fascinación. ¿Qué es esto? dijo . ¿Quién es el hereje que ha hecho este pastel? Y escupió el bocado.

Las carcajadas, las voces y la música, impresionando el oído; el aroma de las flores y el olor aperitivo de las comidas y licores, hiriendo el olfato; la viveza de las miradas, la variedad de colores, afectando la vista, producían en aquel recinto una fascinación que habría dado al traste con la fortaleza de todos los ermitaños de la Tebaida.

Entretanto sus ojos acechaban la casa vecina. ¡Cuán intensa fascinación cobraron entonces para él, en la frescura matinal y entre el canto de los pájaros, aquellas entornadas celosías que le hacían pensar en el sueño de su amada! Cierta tarde, entre un claro del ramaje, vio pasar a Beatriz, que no quitaba los ojos del seto. El mancebo se mostró.

La muchacha hubiera expirado en el punto, si la virtud poderosa del collar no la hubiese asistido. El collar resistió en parte la fascinación infernal de aquel demonio; pero como al punto fué arrebatado del blanquísimo cuello, Híala cayó, no muerta, pero desvanecida, en profundo paroxismo, pero conservando en el desmayo su interior conocimiento.