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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Recordó el motivo aducido por ella: demostrarle la sinceridad absoluta de sus palabras, quitarle toda sospecha de una nueva falsedad.
Muñoz y Nones tratan de probar la falsedad de un documento que es la base de nuestra demanda. Si la prueban, nos quedaremos en el aire, hija mía. El pleito toma un giro tal que difícilmente podremos obtener un resultado satisfactorio. Haremos los mayores esfuerzos, y llegaremos hasta donde se pueda llegar.
Como calló, mi amo le preguntó, si quería decir más, que lo dijese. El alguacil dijo: "Harto hay más que decir de vos y de vuestra falsedad, mas por agora basta."
¡Pues yo te digo que no quiero oír sandeces, ea!... Buenas noches. Y se volvió del otro lado. D. Pantaleón suspiró hondamente y se volvió también para dormir. Pero a los pocos días, lleno de celo científico y de buena fe, dijo otra vez a su esposa: Carolina, la otra noche estaba equivocado y te dije una falsedad. ¿Qué falsedad? preguntó la buena señora sorprendida.
Por más que hacía no lograba borrar de su espíritu la manera extraña de comenzar aquella amistad, ni se le podía ocultar el fondo de falsedad que en ella existía. Conociéndolo Raimundo procuraba con afán desvanecer sus aprensiones, unas veces directa, otras indirectamente. Era Aurelia una muchacha más bien fea que linda, como ya hemos dicho, de buen sentido y de honrado corazón.
Por tanto, á V. M. humildemente suplico mande hacer información de cómo es verdad todo lo contenido en ésta mi relación, y nombrar persona para ello que sea de confianza, para que por ella conste á V. M. ser verdad todo lo que en ella digo, y lo que algunas personas con dañada intención y malíbula voluntad de mí han dicho, queriendo inturnar los señalados servicios que á V. M. he hecho, así en esto como en otras cosas, maculando mi honra é reputación, ser falsedad muy notoria, en lo cual recibiré muy particular merced de V. M., é ofrezco á dar la dicha información ante V. M. ó ante la persona que V. M. nombrare.
Había tratado de forjarse una especie de ilusión, exponiendo al público el espectáculo de una conciencia culpable, pero consiguió solamente recargarse con un nuevo pecado, y agregar una nueva vergüenza á la antigua, sin obtener siquiera el momentáneo consuelo de engañarse á sí mismo. Había hablado la pura verdad, transformándola sin embargo en la falsedad más completa.
De pronto se irguió, y dijo con lentitud, restregándose los párpados: No puedo seguir aquí. Me da vergüenza arrostrar la mirada de las gentes... Tampoco debo marcharme con ella. Ya no me podría dominar con nuevas mentiras. La miraré de frente, y al ver la falsedad de sus ojos y de su sonrisa, la mataré... tengo la certeza de que la mataré. Su amigo creyó llegado el momento de aconsejarle.
Aún estaban muy lejos de la desembocadura del río, y sin embargo enviaba hasta allí su corriente, modificando el sabor y el color del Océano. Es enorme nuestro río, ¿no?... ¿Qué le parece, che? preguntaba con orgullo patriótico, gozándose de la estupefacción de Maltrana. Los dos amigos hablaron de la falsedad de su título.
Y además, no creía en la mujer fuerte. ¡Señor, si hasta la Biblia lo dice! ¿Mujer fuerte? ¿Quién la hallará?». Si hubiese conocido Paco Vegallana estos pensamientos de su amigo, que probaban la falsedad de su amor, le hubiera negado su eficaz auxilio en la conquista de la Regenta. Sólo el amor fuerte, invencible, podía disculparlo todo. A lo menos así lo decía la moral de Paco.
Palabra del Dia
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