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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Al principio, el embargo les asusta; pero como lleguen a perder el punto una vez, lo mismo les da fu que fa. Aunque usted les ponga en la publicidad de la Gaceta, se quedan tan frescos. Vea usted al marquesito de Casa-Bojío; le embargué el mes pasado; le vendí hasta la lámina en que tenía el árbol genealógico.

A todos les cae el traje demasiadamente holgado, y hace pensar en una mortaja. Apóyanse en cayados de haya descortezada, lustrosa y marfileña, que parecen huesos mondados y antiguos. Hablan con voz temblona, sacudida, como las últimas y desfallecientes repercusiones de los ecos. Convídenos a sidrina, señor; la buena sidrina con panizo . ¡Cuánto fa que non la cato!... Donde estoy, estaba.

Lamentan algunas personas, pero yo no puedo menos de aplaudirlo en vez de lamentarlo, que el señor obispo haya prohibido desde hace mucho tiempo que salga en las procesiones otro personaje que salía antes, mil veces más cómico que Longino. Era este personaje José, el hijo de Jacob, porque, según decía el vulgo, no era ni fu ni fa.

Y doy muchas gracias a Dios de no serlo contestó el general . ¿Quieres que pierda el juicio, como tantos lo pierden, con ese furor melomaníaco, con esa inundación de notas que por toda Europa se ha derramado como un alud, o una avalancha, como malamente dicen ahora? ¿Quieres que vaya a engrandecer con mi imbécil entusiasmo el portentoso orgullo de los reyes y reinas del gorgorito? ¿Quieres que vayan mis pesetas a sumirse en sus colosales ingresos, mientras se están muriendo de hambre tantos buenos oficiales cubiertos de cicatrices, mientras que tantas mujeres de sólido mérito y de virtudes cristianas, pasan la vida llorando, sin un pedazo de pan que llevar a la boca? ¡Esto que clama al cielo, y es un verdadero sarcasmo, como también dicen ahora, en una época en que no se les cae de la boca a esos hipocritones vocingleros la palabra humanidad! ¡Pues ya iría yo a echar ramos de flores a una prima donna, cuyas recomendables prendas se reducen al do, re, mi, fa, sol!

Entendámonos, señor Guimarán, si usted quiere examinarme... ¡sepa usted que yo... no aguanto ancas!... No se trata aquí de la grupa de nadie... sino de que usted pruebe la infali.... ¿La infalibidad? , señor... la infalibilidad... la in... fa... li... bi... li.... ¡Oiga usted, señor don Pompeyo, que a las canas no me asustan! y si usted se burla, yo hago la cuestión personal....

Sabe bailar la zarabanda y chacona mejor que su inventora misma; bébese una azumbre de vino sin dejar gota; entona un sol fa mi re tan bien como un sacristán; todas estas cosas, y otras muchas que me quedan por decir, las irán viendo vuesas mercedes en los días que estuviere aquí la compañía; y por ahora otro salto nuestro sabio, y luego entraremos en lo grueso.

El Rey habla en estos términos á sus vasallos reunidos: Vasallos, deudos y amigos, Cuya lealtad y virtud Canta el sol por fa, mi, re, La fama por re, fa, ut; Ilustre nobleza y plebe, Que al brindis de mi salud Agotárades ahora Aun la cuba de Sahagún: Ya sabéis que yo, inclinado Fuí desde mi juventud Á las letras, estudiando Todo el ban, ben, bin, bon, bun, Hasta el arte de Nebrija Y las tablas del Talmud.

Palabra del Dia

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