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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Narada, que sabe muchísimas cosas, sabe también las lenguas latina e italiana y podrá entenderse perfectamente contigo. ¿Quieres oírle y tratar con él de tan importante negocio? Exaltada la ambición de Morsamor con lo que Tiburcio acababa de revelarle, se prestó a recibir y a oír a Narada y le aguardó con impaciencia.
Finalmente, después de muchas idas y vueltas, tentativas y sustos y vacilaciones, las cuales rodeaba la exaltada doncella de gran aparato y misterio, se decidió un día a acometer aquella empresa espeluznante. ¡Cielo santo, en qué estado de confusión y terror llegó aquella tarde al confesonario! Su padre se había puesto loco, rabioso, al solo anuncio de lo que deseaba hacer.
Quizá por esto, y para granjearse de nuevo su voluntad, le fue a noticiar una tarde al confesonario la determinación que había tomado. No vaciló en darle su consentimiento. Una devoción tan exaltada, un anhelo tan vivo de penitencia y sacrificio se hallarían más a su grado entre las paredes de un convento que en medio de las impurezas de la vida mundanal.
Pasó todo esto, como vértigo que era de mi exaltada imaginación, en pocos momentos; pero no sin dejarme huellas mortificantes en el espíritu. Al otro lado del puente había unas casas de muy alegre aspecto: parecióme de parador el de una de ellas, y allá me fui. Parador era, en efecto, y taberna bastante bien surtida.
¡Puentecillo de El Pardo, por donde pasaba el príncipe de las leyendas galanas! En las tardes vernales, doradas y olorosas, yo he evocado la sombra del rey galán por estos jardines señoriales y estas montaraces espesuras. Yo siento una honda simpatía por este príncipe y por esta época exaltada, generosa, pintoresca, de un decadentismo elegante y escéptico.
Abandonose, pues, con todo el ardor de su alma, un poco exaltada, a aquel sentimiento que creyó le sirviese desconsuelo y a la vez de salvaguardia. La señora de Hermany, a quien honraba con su amistad, era entonces, como lo es todavía, una mujer sumamente seductora.
Ese hombre es más criminal que los mayores asesinos, que los más rabiosos anarquistas; ese hombre corrompe al pueblo, corrompe á la juventud exaltada; frecuenta los clubs ... Pero nada de esto sería grave si no se atreviera á tomar en boca un nombre que aman todos los españoles como símbolo de paz y libertad. Ese hombre se llama Elías, y es conocido por Coletilla en los clubs.
Qué le hemos de hacer dije con cierta indiferencia; no querrás reformar las costumbres y las ideas de las pequeñas poblaciones... Sí que querría replicó Francisca exaltada. Es insoportable vivir aquí... Y esas historias sin fin sobre el prójimo, y esa malevolencia universal... ¡Qué horror! Cálmate, Francisca le dije al besarla para despedirme.
Sin pérdida de tiempo logró entrar en el lavadero de Chy-Fook como asistente, y el viernes próximo fue enviado con un cesto de ropa limpia a los varios clientes de la empresa. Era una de esas tardes de nieblas, uno de estos días descoloridos, grises, que desmienten el nombre del verano para cualquiera, excepto para la exaltada imaginación de los ciudadanos de San Francisco.
Palabra del Dia
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