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Actualizado: 9 de julio de 2025


Tal vez era la limpieza, esa gran virtud que tanto recomienda Mahoma, la única que positivamente tenía el ilustre autor de Vetusta Transformada. Después de bien lavado iba a misa sin falta, a buscar el hombre nuevo que pide el Evangelio. Poco a poco el hombre nuevo venía; y por vanidad o por fe creía en su regeneración todas las mañanas aquel devoto del Corazón de Jesús.

7 Y después de grande contienda, levantándose Pedro, les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la Palabra del Evangelio, y creyesen. 8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo también como a nosotros;

13 Que vosotros sabéis que por flaqueza de carne os anuncié el Evangelio al principio; 15 ¿Dónde está pues vuestra bienaventuranza? Porque yo os doy testimonio que si se pudiera hacer, os hubierais sacado vuestros ojos para dármelos. 16 ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, diciéndoos la verdad? 18 Bueno es ser celosos en bien siempre; y no solamente cuando estoy presente con vosotros.

Confinaban con aquella ciudad los indios Chiquitos que poco antes habían hecho paces con los españoles y pedían predicadores del Evangelio, que les enseñasen la ley divina.

El Romancero se titula El Niño de Nazaret. No creo que nada en este libro esté tomado o imitado del Evangelio apócrifo de la infancia de Jesús.

Hizo notable conmoción en los bárbaros esta visión y les movió á que fuesen ahora á pedir á Tarija predicadores del Evangelio.

Dió principio á este acto, el domingo 11 de setiembre despues del Evangelio, el obispo, prestando su juramento sobre un misal preparado en la capilla mayor. Sentado luego en una silla, fueron por su órden llegando los prebendados, capellanes, corregidor y veinticuatros, y juraron lo mismo en sus manos.

¡Levantad la mano! dijo el sacerdote. Todos obedecieron. ¡Repetid lo que voy a decir! Luego, cambiando de voz, continuó en tono más solemne: Me comprometo y juro... Los testigos repitieron en voces diferentes, y no todos a una: Me comprometo y juro... Ante Dios Todopoderoso y ante su Santo Evangelio... Ante Dios Todopoderoso y ante su Santo Evangelio...

Á medida que se aproximaban los tres al buque, éste va desarrollando á sus ojos sus gigantescas proporciones; su negra mole parece que surge del agua, y tía Nisca, aunque jamás se forja ilusiones ni las toma en cuenta para nada, lo cree como el Evangelio.

Del sepulcro del duque de Medinasidonia solo existe hoy la memoria en una lápida que hay en la pared al lado del Evangelio, con un epitafio que dice: «Aqui yace D. Enrique de Castilla, duque de Medinasidonia, conde de Cabra, señor de Alcalá y de Mora, hijo del muy alto rey D. Enrique II el Magnífico;» y en la inscripcion de la capilla de la Encarnacion, ó de los Sousas, que dejamos ya reproducida.

Palabra del Dia

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