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En estos compartimentos, divididos uno de otro por pequeños estribos con sus delicadas agujitas, hay otros tantos espacios rehundidos, de una pulgada de profundidad, en que se representan de alto relieve escenas de la vida y pasion de N. S. Jesucristo, en figuras de dos pulgadas, primorosamente trabajadas. Son estas escenas diez y ocho.

Pero la muestra resultó tener tal magnitud y tal peso, que la pared de la casa de Ramón, compuesta de tierra y piedras, no pudo sostenerla. Fue preciso levantar a los dos lados de la puerta dos estribos de ladrillo, para apoyarla.

Ni han dado ni darán lo que no debe darse exclamó don Paco, perdiendo ya los estribos . Lo que yo te aseguro es que si Juanita quiere darme su mano, yo la aceptaré gustoso, y tendrás que respetarla como madre. ¡Jesús, María y José!, respetar yo a ese arrapiezo.... Se me caería la cara de vergüenza si hiciera usted semejante disparate. Pues sólo de Juanita depende que no lo haga.

Donde se juntan otra vez los dos camaradas es hacia el final de su viaje, por estrecharse la cuenca nuevamente, pero sin crecer gran cosa los taludes; y ya no vuelve el río a gozar de otra llanada que la de su sepultura, festoneada a lo largo en su margen terrestre por un camino real que ni el Nansa ni yo vimos hasta que nos hallamos yo encima de él, y el río estrellándose contra los estribos del puente que une las dos orillas.

La diligencia rodaba á toda priesa, y como yo habia dormido, en vez de sueño sentia un vivísimo placer al aspirar el aire de la mañana, en medio de las colinas que van descendiendo como estribos de la serranía para disiparse al fin en las vastas llanuras de la Vieja Castilla.

Está limitado en la costa al E. por punta Flecha y al O. por punta Sugud en la bahía de Sarangani, en el interior por las cordilleras que le separan de Misamis y Surigao y por los terrenos pantanosos y lagunas que le separan de Davao. Extensión y superficie. De punta Flechas hasta los estribos de Tucuran 51 kilómetros. De Tucuran por el interior á los montes de Bislig 272.

Se alejó por los estribos, agarrado al pasamano de los coches, y se perdió en la oscuridad, buscando sin duda otro sitio donde continuar tranquilo su viaje. Paramos ante una estación pequeña y silenciosa. Iba a tenderme para dormir, cuando en el andén sonaron voces imperiosas.

No se diga más, sino que fue de manera que se alzó de nuevo en los estribos, y, apretando más la espada en las dos manos, con tal furia descargó sobre el vizcaíno, acertándole de lleno sobre la almohada y sobre la cabeza, que, sin ser parte tan buena defensa, como si cayera sobre él una montaña, comenzó a echar sangre por las narices, y por la boca y por los oídos, y a dar muestras de caer de la mula abajo, de donde cayera, sin duda, si no se abrazara con el cuello; pero, con todo eso, sacó los pies de los estribos y luego soltó los brazos; y la mula, espantada del terrible golpe, dio a correr por el campo, y a pocos corcovos dio con su dueño en tierra.

Pero ni siquiera se atrevió a intentar acercarse, lo cual hubiera sido en todo caso muy difícil, pues no había de dejar el caballo en la plaza. Lo que hacía era aproximarse lo más que podía al balcón, ponerse en pie sobre los estribos, estirar el cuello y hablar bajo para que ella tuviese que inclinarse sobre la barandilla si quería oírle, que quería aquella tarde. ¡Cosa más rara!

Al fin una blanca yegua, impulsada por el vértigo, cae sin vida en la rambla agotado ya el aliento, y soltando los estribos, por buena dicha á buen tiempo, queda una blanca figura de pié, lanzando reflejos de su rica pedrería, que de la luna á los besos irradia, cual los del sol, deslumbradores destellos.