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Actualizado: 4 de junio de 2025


En cuanto a temple de alma y energía, son infinitamente superiores a la generación que les ha sucedido. Sobre todo, lo que más les distingue de nosotros son sus modales finos, su política ceremoniosa y sus ademanes pomposamente cultos. En los estrados no tienen rival, y no obstante que ya están desmontados por la edad, son más galanes, más bulliciosos y alegres con las damas que lo son sus hijos.

Curiosas escenas íntimas del hogar doméstico, que parecerán inverosímiles a los que sólo conocen la parte oficial de los grandes personajes, y que debieran esculpirse cual bajos relieves en los pedestales que levantan el vulgo y la opinión a muchos de los prototipos sociales que brillan en las academias y congresos, estrados y salones.

En la época en que aún no existía la palabra cursi, Ponte Delgado consagró su vida a la sociedad, vistiendo con afectada elegancia, frecuentando, no diré los salones, porque entonces poco se usaba esta denominación, sino algunos estrados de casas buenas y distinguidas.

A las veces sólo quiero acordarme de Ramiro, y me siento como hechizada. ¡Ah, y qué celos me asaltan! Tengo celos no de quién, celos rabiosos de todos los estrados, de todas las celosías e aun de la fontana de la plazuela con sus mozas de cántaro. ¿No echaría sobre mis ropas o mis cabellos algún polvo de brujas el día aquel de las polillas?

Otros magistrados, menos inclinados a la crítica, se disponían a dormir disimuladamente, valiéndose de recursos que les suministraba la experiencia de estrados. Glocester se fue al grano en seguida. La antífrasis, el eufemismo, la alusión, el sarcasmo, todos los proyectiles de su retórica, que él creía solapada y hábil, los arrojó sobre el impío Arouet, como él llamaba a Voltaire siempre.

Acudió el gentío a la Torre del Oro a ver la flota, y entre las damas que estaban en los estrados que para ellas se habían puesto junto a la orilla, asistía mi madre, que era una hermosa doncella de veinte años, y tan desamorada y esquiva, que no parecía sino que el amor no alentaba para ella, según que era de desabrida con todos los que se rendían a los encantos de su hermosura.

A rodrigo de vera e a samaniego et a garcia lebrón et a francisco, aposentadores 8000. A los reposteros de camas 4000. A los porteros 3500. A los reposteros de estrados 1500. A la cobigera 2000. A los reposteros de plata 1500. A los reyes de armas los quales son seuilla y toledo 4000. A los trompetas 3000. A fernando de torres 1700. A juan de lara e juan martinez ballesteros de cauallo 1500.

El espíritu de Córdoba hasta 1829 es monacal y escolástico; la conversación de los estrados rueda siempre sobre las procesiones, las fiestas de los santos, sobre exámenes universitarios, profesión de monjas, recepción de las borlas de doctor.

¡Y qué decir de la pompa de los estrados, del boato de las colgaduras, del aparato de las libreas!

Y no se cuenta que una sola vez tuviera la Sala que dirigirle el más comedido apercibimiento; ni de la pulcritud de su lenguaje en estrados se hizo la magistratura sino lenguas, llegando en este punto a caer D. Diego, valga la verdad, en cierto culteranismo, disculpable, eso , porque mediante él procuraba que su elocuencia saliese como el armiño de las cenagosas aguas de la podredumbre privada, adonde le arrastraban, en ocasiones, las necesidades del foro.

Palabra del Dia

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