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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Los dignos individuos que con la lengua de metal rendían tributo de admiración y entusiasmo a los redactores del Faro, fueron obsequiados por éstos con vino de Rueda y cigarros. La alegría rebosaba de todos los pechos y se desbordaba en abrazos tan fuertes como espontáneos. Don Rosendo abrazaba a Navarro, Alvaro Peña a don Rudesindo, don Rufo a Sinforoso, y don Pedro Miranda al impresor Folgueras.

Ni aun le quedaba el derecho de encolerizarse y desahogar su rabia apellidándola pérfida, traidora, como acontece en la mayoría de los casos. María no era culpable de nada, absolutamente de nada. Su conducta, digna de elogios; y advertía que la villa entera los tributaba espontáneos y calurosos. Quizá en esta idea encontraba el joven marqués el único consuelo posible.

En la plaza de la blasonada ciudad nada había variado: la Parroquia estaba intacta, igual, como la dejé diez años antes, con su graciosa cúpula de azulejos, su torre arruinada, abriéndose al peso de sus campanas «ponderosas», como decía don Román la yerba crecida en el cementerio; el frontis del templo, festonado con espontáneos helechos que a lo largo de las cornisas lucían sus palmas séricas, y coronaban con gallardos plumajes el susodicho blasón que los villaverdinos ponen en todas partes.

Ojeda le miró con fingida severidad. Muy bien, Isidro. Bonito modo de ir en busca de una vida nueva. Se está usted amaestrando para el trabajo. ¡Bah! Es el mar, la influencia desmoralizadora del mar. Ya me oyó usted anoche. Aquí somos otros que en tierra; tal vez más espontáneos, más verdaderos.

Y la chochez, respetable cuando es natural, resulta risible cuando se opone vanamente por medio de estos artificios a los estragos del tiempo, pidiendo a la química de tocador la juventud y la belleza que huyeron. Nada más bello que el rielar del alma en el rostro, revelando nuestro estado emocional, el pudor, el sonrojo, la dulce alegría, todos los movimientos espontáneos de nuestro espíritu.

Antes bien, me inclino a maravillarme más por lo mismo que son menos reflexivos y artificiosos, y más inspirados y espontáneos, de los himnos de Rig Weda que de las odas de Víctor Hugo, y del Prometeo de Esquilo que de Hernani o de Lucrecia Borgia. Traigo a cuento todo lo que va dicho, con ocasión de las Academias del Sr. D. Carlos Reyles, notable escritor uruguayo.

Sentaos á la orilla del mar en una playa solitaria; escuchad el sordo mujido de las olas que se estrellan bajo vuestros piés, ó el silbido de los vientos que las agitan; con la vista fija en aquella inmensidad mirad la línea azulada que une la bóveda del cielo con las aguas del océano; colocaos en una vasta y desierta llanura ó en el corazon de un bosque de árboles seculares; en el silencio de la noche contemplad el firmamento sembrado de astros que siguen tranquilamente su carrera, como la siguieron muchos siglos antes, como la seguirán siglos despues; sin esfuerzo, sin trabajo de ninguna clase, abandonaos á los movimientos espontáneos de vuestra alma, y veréis como brotan en ella sentimientos que la conmueven hondamente, que la levantan sobre misma, y como que la absorben en la inmensidad.

El día que hallé en los libros que en aquel entonces no conocía el poema o la explicación dramática de esos fenómenos tan espontáneos, no tuve más que un sentimiento: el de parodiar, quizás repitiéndolo, lo mismo que hombres de gran talento habían experimentado antes que yo. Su ejemplo nada me enseñó: sus conclusiones, cuando a ellas llegué, no me corrigieren.

Complacido quedó el modesto artista al oir aquellos espontáneos elogios, y no menos al pensar que en la vida no todo eran rencores, luchas, crímenes y engaño, sino que podía ofrecer también momentos de legítima satisfacción.

Pongamos por caso uno de los libros más sinceros y espontáneos que se han escrito: el Quijote. El alma hermosísima de Miguel de Cervantes se retrata en este libro como en claro y limpio espejo, probando, contra todos los documentos que pudieran hallarse, producirse é interpretarse en contra, que Miguel de Cervantes era un varón bueno.

Palabra del Dia

ancona

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