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Actualizado: 22 de junio de 2025


Jaime no pudo comprender este prodigio. ¿Realmente era él quien había tirado?... Quiso levantarse, y sus manos, al palpar el suelo, chapotearon en un barro denso y caliente. Se tocó el pecho, y también lo encontró mojado por algo tibio y espeso que chorreaba en hilillos sutiles e incesantes. Intentó contraer las piernas para arrodillarse, y las piernas no le obedecieron.

Su inocencia era un velo espeso, que nos impedía ver el riesgo que corríamos. En poco tiempo me contó una infinidad de cosas. Era de Jerez; no hacía más que un año que estaban en Madrid establecidos; su papá ocupaba un alto empleo; tenía dos hermanitos y una hermanita.

Sin saber de qué modo, también desaparecieron todos mis temores; me figuraba que aquella niña tenía algún parentesco conmigo, y no hallaba extraordinaria y peligrosa nuestra situación como al principio. Su inocencia era un velo espeso, que nos impedía ver el riesgo que corríamos. En poco tiempo me contó una infinidad de cosas.

Terminadas estas palabras, saltó ágilmente sobre su caballo, que relinchaba a la puerta, puso al niño a la grupa, y desapareció prontamente en un espeso torbellino de polvo que el galope de su caballo hizo levantar en medio de la calle.

Al principio, era imposible marchar sobre aquel légamo líquido; pero a los cuatro o cinco metros se espesaba. Nos metimos valientemente en el pantano, hasta llegar a una zona en que era lo bastante espeso para sostener el cuerpo de un hombre, aunque no para permitirle andar.

Yo permanecia embobado leyendo en las paredes y en las bóvedas los nombres memorables de los generales y de las batallas, cuando la luna se oscurece repentinamente, ocultándose en un celaje espeso, la luz de los faroles de la plaza no penetraba por el arco, y me vi envuelto en sombras, pareciéndome que me encontraba en el fondo de un grande osario.

Los doce cañones de estribor les vomitaron en la cara una granizada de piastras, con un estruendo espantoso. ¡Hurra! gritaron los piratas. Cuando el espeso humo se hubo disipado y se pudo apreciar el efecto de aquella andanada, no se vio ya a ningún inglés, a ninguno... Todos habían caído al mar o sobre el puente de la corbeta, todos estaban muertos o espantosamente mutilados.

Al sonido extraño de mi voz levantó la cabeza, y, a través del espeso velo negro húmedo y arrugado, vi una cara hinchada y enrojecida por las lágrimas, indescriptible de puro descompuesta, y dos grandes ojos negros que parecían preguntarme: «¿Quién es usted?... ¿Cómo se atreve?...» En nombre de su padre, ruego a usted que domine su dolor.

Pasamos aquí la noche, y entrando el día siguiente en un bosque muy espeso, nos fué preciso abrir camino con gran fatiga y sudor hasta salir fuera de él á campaña abierta.

Y al pié de esas barracas que dan amparo á una vida de transicion, que se acerca mas á la barbarie todavía que al progreso, se levantaban la chimenea, el pabellon y los mástiles y costados pintorescos del vapor Bogotá para protestar contra la barbarie, y probar que aún en medio de las soledades y del misterio sublime de una naturaleza imponderable por su fuerza, el hombre va á fundar su soberanía universal, haciendo triunfar en todas partes la fuerza del espíritu sobre el poder de la materia. ¡Qué bien contrastaban en el puerto de Conejo la chimenea del vapor, soltando sus bocanadas de humo espeso y arrebatado por al viento de las selvas, con el mástil delgado, altísimo y secular del cocotero, en cuya cima se columpiaba al soplo de ese mismo viento el pabellón de palmas ensortijadas y flexibles.

Palabra del Dia

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