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Actualizado: 25 de octubre de 2025


El arte vive, y vive tan sólo de mismo en nuestra sociedad indiferente, aturdida, ávida siempre de sensaciones y embotada para los sentimientos. Nada puede el arte esperar de ella: ella, por el contrario, debe esperarlo todo de él.

No; es preciso enseñar al Rey cómo deben ser tratados sus viles instrumentos. Basta de contemplaciones. Ya era de esperar esto. Lleno está Madrid de agentes que se ingieren en las Sociedades secretas, pagan á algunos de los oradores más furibundos para que aticen los rencores del pueblo contra la autoridad constitucional. Ya ha llegado el instante supremo de su empresa diabólica.

Yo no debo entrar en mayores detalles sobre el particular, porque para hablar con fundamento es menester esperar las noticias que ha de traer el comisionado, á quien se habrá de dar instrucion correspondiente.

Sin esperar pregunta alguna ni hacer caso de la sorpresa que en sus rostros se pintaba, les dijo con tono imperioso: ¡Huid! El conde puede llegar de un momento á otro. Le estamos aguardando contestó Pedro secamente. Pues haces mal en aguardarlo. Lo sabe todo y viene á matarte. Razón de más para que no huya.

Agustín me participó aquella novedad que por muchas razones asumía la gravedad de un secreto en una larga noche de convalecencia que pasó a la cabecera de mi lecho. Recuerdo que era a fines de invierno: las noches eran todavía largas y frías, y el fastidio de volverse a su casa tan tarde le decidió a esperar el día en mi cuarto. A media noche vino a interrumpirnos Oliverio.

Al despedirse le dijo que vendría de noche a buscarla para ir a un teatrito por horas, y que estuviese ya vestida y no se hiciese esperar. La sonrisa cruel que plegaba sus labios al bajar la escalera inspiraba frío y miedo. ¡Pobre niña! ¡Cuán ajena estaba del pensamiento que bullía en la mente de aquel hombre egoísta, sin entrañas!

Así estaban las cosas cuando, en pleno invierno, es decir, en la época de más fiestas, bailes y recepciones, el mayordomo de los duques fue una mañana, por orden de sus amos, a la estación del camino de hierro a esperar al nuevo capellán que había de sustituir al anciano sacerdote muerte pocas semanas antes.

Nébel vivió cuatro días vagando en la más honda desesperación. ¿Oué podía esperar después de lo sucedido? Al quinto, y al anochecer, recibió una esquela: "Octavio: Lidia está bastante enferma, y sólo su presencia podría calmarla. María S. de Arrizabalaga." Era una treta, no tenía duda. Pero si su Lidia en verdad...

Bebé se había acostumbrado a pronunciar, sin esperar a que se le respondiera con una palabra o un gesto de cariño. Nadie podría creer que los ángeles sean más lindos en el cielo dijo Dolly, acariciándola y besándole los rizos rubios . ¡Y decir que estaba cubierta con esos harapos sucios y que su pobre madre murió de frío! Pero está Aquel que cuidó de ella y la trajo a vuestro umbral, señor Marner.

Sabía esperar para pedir a tiempo, dejar pasar los primeros instantes de un enfado, no irritar el disgusto con respuestas y evocar, en ocasión propicia, el recuerdo de lo ofrecido. Los comienzos de su amistad fueron una especie de pacto contra el latín y contra aquel modo de enseñar la lengua del Lacio que hacía aborrecibles a Virgilio y a Cicerón.

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