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Mil leguas de su patria, sus capitanes, y embajadores muertos á traicion, ¿qué sufrimiento no irritará?. ¿Qué medio por violento que fuera no intentará su afrenta?. Cuando hubiera yerro, esto pudiera moderar el juicio del escritor.

»¡Dios mío! ¡Qué envidia! ¡Qué ira! ¡Qué tempestad de malas pasiones conmueve mi corazón! ¿Por qué no acabas con mi infame y miserable vida? ¡Ay!... la muerte... la muerte... antes de que llegue el día en que se casen». El escritor tranquilo y crítico procura poner y cuando tiene habilidad pone en sus escritos lo mejor de su alma. Allí se mira él luego, y se deleita mirando su interior belleza.

Además, los vínculos que la habían ligado con el Príncipe Zakunine estaban fuera de la ley, y su amistad con Vérod estaba contaminada también. Sin haber todavía visto al acusador, con sólo oír su nombre, creía el magistrado reconocer en él a Roberto Vérod, el escritor ginebrino que vivía desde muchos años antes en París y de allí esparcía por el mundo sus libros llenos de amargas enseñanzas.

Tim McKenna, escritor y filósofo, escribe en octubre de 2000: "Cuando la calidad de los softwares sea suficiente para que la gente converse por escrito y verbalmente en la web en diferentes idiomas y en tiempo real, veremos un nuevo mundo abrirse ante nosotros.

Vicente Adrián principalmente, conocido como escritor de autos, pertenece también á la misma escuela. El más notable de todos estos poetas valencianos fué Guillén de Castro, poco conocido, aunque se hable de él con frecuencia.

Por todo ello queda patente que Cervantes puede ser calificado como inventor de la novela moderna de costumbres y de caracteres. Los libros de caballerías, las novelas pastorales y hasta las picarescas son otra cosa: son una larga serie de aventuras, sin más unidad de acción que la vida de algún personaje fabuloso a quien sigue y retrata el escritor desde su nacimiento hasta su muerte.

Consecuencia fué de esto, como dice un escritor contemporáneo, que, ya desde entonces, no se tuviese por noble sino al que sabía manejar las armas, y era al mismo tiempo poeta y sabio.

Es indudable que, si yo me manifesté durante estos últimos años como un escritor pesimista, ello ha consistido, principalmente, en la frecuencia con que pasaba por la calle de Cedaceros. Pero, al fin, la famosa valla ha caído en tierra, y ahora todo me parece posible. Unas gentes que han acabado con la valla de Vitórica me digo pueden acabar con la misma política del Sr. Cierva.

No es fácil imaginar qué multitud de ideas sugiere el patio de las diligencias: yo por mi parte me he convencido que es uno de los teatros más vastos que puede presentar la sociedad moderna al escritor de costumbres. Todo es allí materiales, pero hechos ya y elaborados: no hay sino ver y coger.

Todo aquel que no observare todas estas reglas, añadió, muy bien podrá componer una ó dos tragedias que sean aplaudidas en el teatro, mas nunca pasará plaza de buen escritor.