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Actualizado: 29 de junio de 2025
Así fue como Paco Gómez, seguido tenazmente por los tricornios, se vio en la precisión, para escapar a un cintarazo, de meterse por el escaparate de la confitería de D.ª Romana, cayendo de bruces sobre una fuente de huevos moles y destruyendo por completo una magnífica tarta de borraja destinada al chantre de la catedral.
De pronto Artegui, al volver una esquina, se metió en una tienda no muy ancha, cuyo escaparate ocupaban casi por entero dos luengos peinadores salpicados de cascadas de encaje y lazos de cinta azul el uno, rosa el otro. Dentro, era una exhibición de cuantos objetos componen el tocado íntimo del niño y la mujer.
Jaime, por una curiosidad instintiva, se aproximó al padre y al hijo, vueltos de espaldas a la muchacha y enfrascados en la contemplación del escaparate. Era una tienda de armas. Los dos ibicencos examinaban una por una todas las expuestas, con ojos ardientes y gestos de devoción, cual si adorasen ídolos milagrosos.
El otro miró, y no vió otra cosa que el borreguillo que traia las parras. Nosotros presenciábamos la escena, situados delante de un escaparate, á diez ó doce pasos de distancia. Mi mujer me miraba, porque no comprendia el tremendo chiste de la situacion, hasta que yo me eché á reir, sin ser dueño de contenerme.
Y siguieron por la Carrera de San Jerónimo hguardoa Puerta del Sol. ¿Cómo estás con Esperancita? se dignó preguntar Castro, soltando una bocanada de humo y parándose a mirar un escaparate.
Vámonos dijo Paz de pronto, con la voz ahogada por un sollozo; y dirigiéndose de nuevo hacia arriba, tomó la vuelta a San Isidro. Al entrar en la calle del Cuervo, vio a Tirso parado ante el escaparate de una cerería: iba de paisano, y sólo le reconoció al escuchar su voz. Estaba seguro la dijo tristemente de que vendría Vd. ¡Era verdad! No había Vd. mentido. Adiós, señorita.
Cerca de la tienda del irlandés se abría la puerta de una librería, en cuyo mezquino escaparate se mostraban abierto por su primera hoja algunos libros, tales como la Historia de España, por Duchesne; las novelas de Voltaire, traducidas por autor anónimo; Las noches de Young; el Viajador sensible, y la novela de Arturo y Arabella, que gozaba de gran popularidad en aquella época.
Cuantos veían el escaparate pensaban en el infeliz Belarmino. La opinión fué unánime: no había competencia posible. También Belarmino fué a ver el famoso escaparate. Lo examinó atentamente, con calma. Como su corazón estaba purificado de pasiones torpes, no se le distendió el rostro en gesto ninguno, lastimado o feo; antes sonreía; sonreía con expresión inocente y delicadamente irónica.
¡Gran mujer! dijo Pacorrito la primera vez que la vió; y más de una hora estuvo plantado ante el escaparate, contemplando tan seductora belleza. Nuestro personaje se hallaba en ese estado particular de exaltación y desvarío en que aparecen los héroes de las novelas amatorias.
Para evitar el encuentro con cualquier pariente o conocido de la niña, procuré seguir las menos principales. Teresa iba cogida a mi brazo como al de un antiguo amigo, hablando sin cesar, riendo, sacudiéndome a veces fuertemente y deteniéndose a lo mejor delante de un escaparate, para hacerme mirar cualquier chuchería.
Palabra del Dia
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