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Actualizado: 29 de noviembre de 2025


El Gólgota, tal como se le pinta á las tres de la tarde de aquel tremendo y glorioso día en que murió Jesús; el Juicio Final, profetizado por el Apocalipsis; el Diluvio, Pompeya, los terremotos americanos.....; yo no cuántas y cuán extrañas cosas pasaron por mi imaginación. Entretanto....., ¡qué maravillosa, qué sublime apariencia la de los cielos!

Entretanto, volvió á escribir á éste, dándole cuenta de sus proyectos de viaje y explicándole al pormenor el estado y motivo de su pleito.

Entretanto corría yo por el campo entretenido en tender lazos a los pájaros. No habiendo recibido otras lecciones, creía yo imitar, poco más o menos exactamente, lo que había visto hacer a mi padre.

Necesitaba un dolor profundo para humanizarse y hacerse capaz de sentir compasión. Pero Perla tenía tiempo sobrado para ello. Ven, hija mía, dijo Ester; vamos á sentarnos en el bosque y á descansar un rato. Yo no estoy cansada, madre, replicó la niña; pero puedes sentarte si quieres, y entretanto contarme un cuento. Un cuento, niña, dijo Ester, y ¿qué clase de cuento?

Entretanto, allá en la ribera, hacia la punta de San Felipe, una muchacha, con los zapatos despedazados y echada de pechos sobre la última roca, miraba, sollozando, aquellas luces mortecinas, cada vez más pequeñas, cada vez más lejanas; y la marea, aislando poco a poco el escollo, jugaba con su manto verduzco, apagaba sus lamentos, se llevaba sus lágrimas, y le murmuraba al oído enorme y despiadada canción que reía con las espumas.

Entretanto la señorita Margarita, inclinada sobre el acirate y tropezando en su largo vestido, saludaba con un pequeño grito de alegría cada fresa que llegaba á descubrir. Yo me mantenía cerca de ella, llevando en mi mano la hoja de higuera sobre la que depositaba de tiempo en tiempo una fresa, contra dos que engullía para alentar su paciencia.

Entretanto, la ventera y una buena moza que la ayudaba habían colocado sobre la maciza mesa de encina los apetitosos platos que formaban la cena de Simón, acompañados de algunas enormes rebanadas de plan blanco.

Tan trágico suceso daba á suponer que hubiesen ocurrido otros muchos idénticos; de suerte que el pensamiento no soñaba más que desventuras. Y el mar, entretanto, parecía no estar harto todavía. Todos estábamos saciados; él no. Yo veía á nuestros pilotos aventurarse detrás de una muralla que les cubría por el Suroeste, observar con inquietud, mover la cabeza.

Ademas de esto, hay el gran riesgo de acercarse á la costa, ó dar fondo sobre ella para esperar á que cresca el agua, pues entretanto puede soplar el viento de travesía, y naufragar cualquiera embarcacion.

Su exasperación cesó de repente; pero sombrío y pensativo, guardaba el más profundo silencio con Teobaldo y conmigo. Parecía enteramente ocupado de un siniestro proyecto que absorbía toda su atención y le hacía olvidar a sus amigos. »Entretanto pasaban los días, y ya estábamos en la víspera del fijado para la realización del funesto enlace.

Palabra del Dia

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