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Actualizado: 15 de octubre de 2025
Pero aquel la, esa especificación concreta de un individuo de la especie, me hizo incorporar en el lecho y mirar por la puerta entreabierta. Ruperta se dirigió a un rincón, que estaba al alcance de mi mirada, y descolgó de un clavo un aparato chato, que un ligero examen posterior reveló ser una, o mejor dicho, la alpargata.
Ramiro, a su vez, desplegaba una esgrima aparatosa y soldadesca, con molinetes fantásticos, y su boca, entreabierta por el ansia homicida, dejaba rebrillar la dentadura.
Mirando instintivamente por la ventana entreabierta, pues era verano, el joven ministro vió á Ester y á Perla en el sendero que atravesaba el recinto sepulcral. Perla lucía tan bella como la luz de la aurora, pero se encontraba precisamente en uno de esos accesos de alegría maligna, que cuando se presentaban, parece como que la segregaban por completo de todo lo que era humano.
La joven dormía profundamente, y en su boca, entreabierta por el sueño, lucia una sonrisa de deleite. Dejémosla dormir dijo el duque de Osuna , y entretanto dispongámoslo todo para apartarla de aquí. Y bajó, abrió una reja y dió una palmada. Acudió un hombre. ¿Eres tú, Díaz? dijo el duque. Sí, excelentísimo señor. ¿Sabe alguien quién es la dama que está conmigo en esta casa?
Hallé al pobre señor incorporado en la cama, de color de lirio, con la mirada de angustia, la boca entreabierta, la respiración anhelosa y difícil, y un estertor en el pecho que parecía el de la muerte.
Apenas veía la chiquilla a Perucho, brillaban sus ojuelos, y de su boca entreabierta salía, unido a la cristalina y caliente baba de la dentición, un amorosísimo gorjeo.
Pepita ha estado a la cabecera de su cama hasta el último instante, y le ha cerrado los ojos y la entreabierta boca con sus hermosas manos. El padre vicario ha tenido la muerte de un bendito siervo de Dios. Más que muerte parecía tránsito dichoso a más serenas regiones. Pepita, no obstante, y todos nosotros también, le hemos llorado de veras.
Un solo rayo de sol penetraba en la estancia tras una madera entreabierta. ¡Qué alarido el que estalló en la obscuridad cuando el niño alzó en el haz luminoso la sanguinolenta cabeza que goteaba sobre el tapiz! Una de las dueñas se derrumbó de espaldas, presa de brusco soponcio. La mujer que acompañaba a Ramiro contó con alegría la proeza del mancebo.
En estas visitas solía ver, por la puerta entreabierta del recibimiento, a su cuñada Gregoria, con su aire orgulloso y muy compuesta siempre, a pesar de sus canas y su obesidad; un día tropezó en la escalera con Jacintito, que bajaba los escalones de dos en dos, silbando, de habano y bastón, y no le miró, porque le chocaba mucho este mequetrefe, que jugaba en la Bolsa y tiraba el dinero, que no sabía ganar.
Power, con una tarjeta que ostentaba su nombre. La puerta permanecía entreabierta e inmóvil, fija en esta posición por un gancho interior para que dejase entrar el fresco del pasillo. Fernando miró por el espacio abierto, sin ver otra cosa que la mitad de una mesa ocupada por artículos de tocador.
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