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Actualizado: 3 de septiembre de 2025
Entonces dijo Nazaria con temblor y abatimiento , esa maldita cólera de Dios no me perdonará a mí, porque le tengo más miedo que a una centella, y si miro a la puerta me parece que entra en figura de gente, si miro a la ventana me parece que entra con el aire, con el sol y con el polvo de la calle.
No bien entró el P. Jacinto con su compañero, cerró de nuevo la puerta y dijo en alta voz: Dios te guarde, muchacha. Dios guarde á su merced, contestó ella. Entonces el Comendador y su guía subieron rápidamente la escalera. Ya en la antesala, donde tampoco había un alma, dijo el fraile á D. Fadrique, señalándole una puerta: Allí está Doña Blanca. Entra... háblale; pero ten juicio.
PELAYO. Entra, que solos los veo; No hay persona que lo empida. SANCHO. Bien dices: de casa son Los que con ellos están. PELAYO. Tú verás lo que te dan. SANCHO. Yo cumplo mi obligación.
Por ejemplo, en el primer acto de Los dos amantes del cielo, de Calderón, Chrysantho aparece al principio en el bosque sagrado de Diana; supónese en seguida que, desde él, entra en lo más espeso de la montaña, puesto que él mismo describe, sin salir del teatro ni un instante, las áridas rocas, á las cuales se acerca, no existiendo razones para presumir que la escena cambie, sino al contrario, para creer que los mismos árboles, y acaso la misma colina, á que se alude al principio en el bosque sagrado, sirven después para figurar el paraje más agreste de la montaña.
El otro rio, que entra en el segundo Desaguadero, y viene del sur, es pequeño, y llamado por los indios Machi-leubu, ó rio de Hechiceros; pero no sé la razon porque sale del país de los Guilliches, y corre del sur al norte, descargándose al fin en el rio principal, mas abajo del Lime-leubu.
Pero entornad la parla inoficiosa, que ya vuelven de la capilla por lo alto del pueblo todos los paseantes que fueron para lo bajo; y siendo así que poco o más nada les entra ni vuestra humildad, ni menos penetran vuestras plegarias estropeadas, soldadescas y lagrimosas, poned en campaña las buenas partes de vuestro gozque Canique, que lo que vos no alcanzáis, acaso lográranlo sus buenas gracias, saltos, danzas y donaires.
Y en cualquier lugar que usted esté yo le adivino y sería capaz de encontrarle con los ojos cerrados. Cuando usted está a mi lado, mi corazón se dilata y se hincha de tal modo, que no me cabe en el pecho. Cuando usted habla, su voz me entra a borbotones por los oídos y me embriago oyéndole.
Por fin llegó a dar la mano a Carnicero y entraron juntos en el despacho. Parece que entra un temporal en mi casa dijo el anciano colocándose en su nicho . ¿Y qué tal? ¿Ha encontrado usted en la escalera a Zumalacárregui y al señor conde? Buen militar y buen diplomático, jí, jí... Zumalacárregui es una buena adquisición respondió Salvador . Tiene valor y talento.
Nuestros ejércitos estaban en el Este, en el sitio que les correspondía, en la verdadera frontera, en la puerta de la casa. Pero éste es un amigo traidor y cobarde, que en vez de dar la cara entra por la espalda, saltando las tapias del corral, lo mismo que los ladrones... De nada le servirá su traición. Los franceses ya están en Bélgica y ajustarán las cuentas á los alemanes.
Saliendo de este rio, y siguiendo siempre el rumbo del poniente, se entra por una campaña llena de médanos muy fragosos y ásperos, tierra muy seca y estéril. Caminando por entre los médanos, como cosa de treinta leguas, se descubre, mirando al poniente, un cerro grande nevado, muy alto, en forma de columna, llamado el cerro de Payen.
Palabra del Dia
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