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Dichosa, porque os ama un hombre que... perdonad... no os enojéis, no voy á hablaros de mi hermano Felipe, sino de mi amigo Juan Girón y Velasco, que os adora... con toda su alma, como un loco. ¡Juan Girón y Velasco, habéis dicho! exclamó doña Clara, á quien había hecho conmoverse de una manera profunda aquel segundo apellido, añadido al nombre del joven.

¡Reina! exclamó el cura, golpeando el suelo con el pie. No os enojéis, os ruego, mi querido cura; tranquilizaos, no mataré a mi tía, tengo otro medio de vengarme. Cuéntame eso dijo el excelente hombre apaciguado ya y dejándose caer sobre un canapé. Yo me senté a su lado. Bueno. ¿Habéis oído hablar de mi tío de Pavol? , por cierto. Vive cerca de V * Muy bien. ¿Cómo se llama su propiedad?

Es muy posible replicó el señor de Pavol, sorprendido de mi aplomo. Pues bien, elige tema. Decidme, tío, ¿no sois algo impío? ¡Eh! ¿qué diablo dices, sobrina? Os pregunto, tío, si no sois algo hereje y tarambana. ¿Te burlas de mi? exclamó mi tío. No os enojéis, mi tío; comienzo un estudio de costumbres más interesante que el de los cafres.

¡Ah! ¡dichoso el que despierta y se encuentra con un ángel! dijo después de haber lanzado de la última influencia del sueño. ¿Y no se os ocurre disculparos? ¿De qué?... ¡ah! ¡me ha traído aquí mi corazón!... ¡soy digno de lástima!... no os enojéis, pues. ¿Estáis muy cansado?

Hace tiempo que algo me oprime el corazón... Separados por una enojosa desinteligencia, una pena que no nos atrevíamos a confesar, nos hacía sufrir a los dos; ahora vengo a romper el hielo... El hombre es débil, no os enojéis... yo no tengo la culpa, Marta, de que vos seáis hermosa... y que yo no sea insensible... El intendente había creído que no le costaría el menor esfuerzo hacer su pedido.

Un puñado de oro, economizado sueldo a sueldo. ¿Un puñado de dinero? dijo la señora de Bruinsteen, riendo de incredulidad . ¿Pensáis que no cuántas acciones de la deuda del Estado y cuántos títulos de empréstitos encerráis allá arriba, en vuestra caja de hierro? Vamos, vamos, no os enojéis, mi buen Mathys, no os envidio de ningún modo vuestro tesoro.