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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Entonces, ¿quién era esa otra y quién el matador? Aquí el problema se presentaba sin solución. Si, en rigor, se veía el interés que Jacobo pudo tener en matar á Lea, no era posible comprender por qué había asesinado á otra mujer. El buen Cipriano no había nunca brillado por su inventiva y por muy lealmente que se rompía la cabeza buscando la clave del enigma, no podía encontrarla.
Todo parecía poco para él, y él, entretanto, tenía bien limitadas las ambiciones sobre este particular; no sólo porque era cosa convenida que no necesitaba la carrera para vivir a expensas de ella, sino porque no quería echar sobre su cabeza mayor carga de la que pudiera sufrir con desahogo. Fue siempre un enigma indescifrable para él la convenida claridad de las matemáticas.
Algunos datos concernientes a su pasado, quiere usted decir. Sí. Tiene razón, señor Greenwood. Debemos ser muy prudentes y saber guardar bien el secreto de estas cartas, especialmente si, como usted lo ha indicado, Dawson conoce los medios de poder hacer inteligible este enigma. El secreto me ha sido legado, y, por lo tanto, voy a tomar posesión de ellas le dije.
Que para que no entendiesen este enigma las cautivas que del cacique Lincon tenian dichos Teguelches, echaron la voz estos chasques que iban huyendo de dicho Guayquitipay, que los queria matar." Hasta aquí lo que declararon, y fueron pasados á cuchillo.
Y ¿quién se dice, mi excelente señor, que es el padre de la criaturita, que parece contar tres ó cuatro meses de nacida, y que la Sra. Prynne tiene en los brazos? En realidad amigo mío, ese asunto continúa siendo un enigma, y está por encontrarse quien lo descifre, respondió el interlocutor. Madama Ester rehusa hablar en absoluto, y los magistrados se han roto la cabeza en vano.
Y él les respondió: Si no araseis con mi novilla, nunca hubierais descubierto mi enigma.
Las ciudades triunfan de los españoles, y las campañas de las ciudades. He aquí explicado el enigma de la revolución argentina, cuyo primer tiro se disparó en 1810 y el último aún no ha sonado todavía. No entraré en todos los detalles que requeriría este asunto; la lucha es más o menos larga; unas ciudades sucumben primero, otras después.
Llevado de su honradez y delicadeza, rogó al doctor que antes de partir le pasase... «Ya usted me entiende... la cuentecita de sus honorarios». Golfín se deshizo en cumplidos. «Tiempo habrá... ¿qué prisa tiene usted?... En fin, como usted quiera...». Y el gran economista, al salir con su hijo, pesaba en la balanza de su mente los términos de aquel enigma aritmético que pronto se había de revelar. ¿Qué tipo regulador o qué tarifa le aplicaría? ¿Le consideraría como pobre de solemnidad, como empleado alto, como rentista bajo o como burgués vergonzante y pordiosero?
15 Y al séptimo día dijeron a la mujer de Sansón: Induce a tu marido a que nos declare este enigma, para que no te quememos a ti y a la casa de tu padre. ¿Nos habéis llamado aquí para despojarnos? 16 Y lloró la mujer de Sansón delante de él, y dijo: Solamente me aborreces y no me amas, pues que no me declaras el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo.
Recuerda que, cuando por primera vez lo conocimos, pasaba las mayores estrecheces de dinero... ¿y ahora? En la semana pasada solamente, regaló veinte mil libras al fondo del Hospital. Y todo esto lo debe a haber podido resolver el enigma que hace tiempo nosotros nos esforzamos por descubrir. No, Gilberto, no ha procedido bien con nosotros.
Palabra del Dia
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