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Y señaló precisamente la única puerta que estaba cubierta con una mampara de cuero verde, ostentando un rótulo comercial, enorme, dorado, pretencioso. La doctora se alojaba en una oficina... ¡Cómo hubiera llegado él á encontrarla! La primera pieza era realmente una oficina, un despacho de comerciante, con casillero para los papeles, mapas, caja de caudales y varias mesas.

Entonces, ¿quién era esa otra y quién el matador? Aquí el problema se presentaba sin solución. Si, en rigor, se veía el interés que Jacobo pudo tener en matar á Lea, no era posible comprender por qué había asesinado á otra mujer. El buen Cipriano no había nunca brillado por su inventiva y por muy lealmente que se rompía la cabeza buscando la clave del enigma, no podía encontrarla.

que decías que no encontrarías mujer a tu gusto, te estás sintiendo tiernito ahora; ha sido necesario venir a estos mundos para encontrarla. Ya me estás casando, Melchor. No digo tanto; pero tu declaración de ahora, y tu pesadilla de anoche dejan pensar que este viaje puede resultar de grandes... enseñanzas. Por lo pronto hemos recogido una dijo Ricardo, que va contra tus ideas. ¿Cuál?...

Su primer flirt, el alemán que se titula pariente y viene con ella desde Hamburgo, anda loco por todo el buque sin poder encontrarla. Yo soy el único que sabe dónde está: ¡yo lo todo!

Era un ave de paso, aventurera e inquieta, y no había que esperar que buscase otra vez su nido en Sevilla al volver el invierno. Esta posibilidad de no encontrarla más entristecía al torero, revelando el imperio que aquella mujer había tomado sobre su carne y su voluntad. ¡No verla más! ¿Para qué, entonces, exponer la vida y ser célebre? ¿De qué servían los aplausos de las muchedumbres?...

Repliqué con una mentira: desde varios días antes me sentía enfermo, el calor de la víspera me había causado una especie de vértigo y rogaba a Magdalena que me excusara la triste figura que hice al encontrarla. ¿Magdalena?... continuó Oliverio. Pero nosotros no tenemos cuentas que arreglar con Magdalena... Hay cosas que no le incumben...

El vulgo creyó esta fábula y se puso á buscar la «Fuente la Juventudesperando encontrarla, no en la entrada de los infiernos, como la laguna Estigia, sino al contrario, en un paraíso terrestre, en medio de flores y verdura, bajo una primavera eterna.

Aresti, que había cogido cierto miedo á los flirts con Milady, hasta el punto de rehuir el encontrarla sola y que conocía ciertas historias de jovenzuelos que saltaban su ventana durante la noche, ensalzaba irónicamente al padre lo mucho que su robusto retoño había ganado después de la cepilladura en el extranjero.

Y por Dios que no gastó pocas horas en encontrarla, porque ya no vivía en Santa Casilda, sino en los quintos infiernos, o sea en la carretera de Toledo, a mano izquierda del Puente. Allí la encontró después de enfadosas pesquisas, dando vueltas y rodeos por aquellos extraviados caseríos.

En el famoso Convidado de piedra, de Tirso, pasean Don Juan y su criado las calles de Sevilla, y, después de permanecer en el teatro cierto tiempo, se descubre la estatua del Comendador, suponiéndose que llegan entonces á encontrarla. Las demás máquinas no eran más perfectas que las decoraciones.