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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Mi buen tío Pedro, á pesar del deplorable estado en que se encontraba, me encomendó tanto que era necesario que recibierais cuanto antes esta carta, que ensillé á Cascabel, creyendo que podría tirar todavía de una jornada, y á duras penas he podido llegar al obscurecer. ¡El pobre jaco está tan viejo! ¿Y cuándo salísteis de Navalcarnero, sobrino? Antes del amanecer. ¡Diez horas para cinco leguas!

De modo que usted cree que ni por liviandad, ni por conveniencia, ni por perversión ni por nada puedo transigir con la deshonra. Cabal. Si fueras hija mía, y como a hija te quiero desde que tu padre me encomendó tu porvenir, no me inspirarías mayor confianza. Siempre dije que si para ser feliz bastara tener clara idea de lo que es bueno y voluntad de seguirla serías dichosa.

Encomendó a todos los diablos a Sankarachária, a los demás mahatmas y al Cenobio de la jubilación varonil, y no bien despuntó la próxima aurora se escapó de allí con Tiburcio y los demás de su hueste.

Viendo el buen P. Lucas que había allí poca esperanza de sembrar la semilla evangélica, á causa de la mala opinión que de él tenían, se encomendó á y al cacique á la suave y poderosa gracia del Espíritu Santo; y llamándole aparte, procuró lo primero, con el mejor modo que pudo, quitarle de la cabeza aquel error, y después le manifestó el fin de su venida, y el bien que recibiría si abrazase la santa ley de Jesucristo.

Mandarla pisar las calles de la corte, era, en su concepto, como decirla: «Métete en esa leonera; arrójate en esa lumbre». Se necesitaron heroicos esfuerzos de su tío y de las personas a quienes éste encomendó la ardua tarea de educarla hasta donde fuera posible, para que afinara, nada más que para que afinara, aquellas sus escabrosas ideas.

En fin, doña Inés se dio a pensar y a repensar en lo muy preciosos que estarían sus niños con los trajes que Juanita les hiciese; venció la repugnancia que sentía contra ella, la llamó a su casa y le encomendó trajes para todos, según la edad y el sexo de cada uno.

Cuando sólo contaba cinco años falleció su madre y aún no tenía doce cuando quedó también huérfano de padre. Este tenía una hermana casada con don Ramón Escudero y a este encomendó por testamento la tutela de su hijo. Escudero había sido cuando joven, primero criado, luego cobrador y más tarde dependiente y hombre de confianza del padre de Reynoso.

Llegó un día en que sin duda se trató de poner á prueba la influencia de los Jefes de provincia, y al efecto se les encomendó aquel cobro, lo que dichas autoridades hicieron no somos nosotros los llamados á decirlo: respondan los números y los resultados.

Compró, sin regatear, la canastilla, encomendó a los tapiceros la tarea de alhajar el cuarto de su señora, encargó un coche nuevo, eligió dos caballos alazanes de la más rara belleza, y aligeró la publicación de las amonestaciones. El banquete de despedida de soltero que ofreció a sus camaradas, inscrito está con letras de oro en los fastos del Café Inglés.

Agora q. son las vj de la tarde, 30 deste, me dan la carta de v. md. sobre lo que el Sr. de Villaroel le encomendó que me escriviese cerca de aquel don diego de Robles, y Veray, y Aragon, y a la misma hora me pongo a responder. Y aunque V. m. ha dicho todo lo que yo se, por lo que se deue a la obediencia digo.

Palabra del Dia

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