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Actualizado: 9 de junio de 2025


La arena había alejado el antiguo puerto del mar con una distancia de leguas... En cambio, ciudades de tierra adentro pasaban á ser lugares de embarque, por la continua perforación de las olas que iban á encontrarlas. La maldad de los hombres había imitado la obra destructora de la Naturaleza.

Este dia continuó el viento del NNO tan recio, que ni aun pude salir de á bordo, de cuyo modo anocheció. Siguió el tiempo de la misma conformidad. Amaneció claro, y el viento al N fresquito, á cuyo tiempo embarqué en la chalupa víveres para ocho dias, y salí con ella dejando fondeado el bergantin en el expresado paraje.

Una Silvia venia A donde yo me embarqué, Y segun que yo miré, No en tanto alli se tenia. Esa es: yo la compré. Si es esa, yo decir Que es hermosa sin mentir, Y que no es tan cruda, altiva, Que su condicion esquiva A ninguno haga morir. Traela á casa, señor, luego, Y ten las riendas al miedo, Y tu verás si yo puedo, Como á mis manos y ruego Amaine el casto denuedo.

Por consiguiente, en punto a comunicación y transporte, el Paraguay depende casi por completo de sus vías fluviales, por las cuales encuentran, no obstante, salida eficaz y conveniente sus productos. Los principales puertos de embarque en el río Paraguay son Asunción, la capital de la república, Concepción y Humaitá. La ciudad más importante del río Paraná es Encarnación.

Uno de estos navios era de Sebastian Noarto y Jacobo Belzar, en que iba Enrique Peyne, su factor, con mercaderias al Rio de la Plata, en el cual me embarqué con cerca de 80 alemanes y flamencos, bien armados. Salimos del puerto el dia de San Bartolomé, de 1534, con la armada, y llegamos á San Lucar, que dista 20 leguas de Sevilla, donde nos detuvimos por lo tormentoso del mar.

Embajada de los indios Penoquís al P. Arce; invítanle á que pase á sus tierras para abrazar la ley de Jesucristo I 89 Embarque de Misioneros para las Indias II 132 Emboscadas que preparaban los indios para robar á los españoles las armas y útiles de labranza I 69 Encuentra el P. Arce los cadáveres de sus compañeros II 113

Este término deseado lo vi llegar en estas costas de Berbería, donde buscaba apoyo para sacudir la funesta servidumbre que nos agobia; desde allí, alegre con mil promesas, y más alegre con las esperanzas de mi ventura, me embarqué en una goleta, que antes de ahora me hubiera echado en estas playas de España, a no tener que esquivarse de las Galeras de Leiva, que han vuelto de Sicilia.

Examinaban a las gentes antes de admitirlas, pero este hombre los había engañado con su aspecto de salud en el momento del embarque... La muerte es triste en todos los lugares, pero aún más en el mar... ¡Lo que él había visto! Recordó un viaje que había hecho a Buenos Aires en otro buque conduciendo una gran masa de emigrantes del Norte de Europa.

Después de lo del Estrecho, me embarqué en la Fama para Montevideo, y ya hacía mucho tiempo que estábamos allí, cuando el jefe de la escuadra recibió orden de traer a España los caudales de Lima y Buenos Aires.

Cada libra se pagaba a cuatro y cinco libras esterlinas. El capitán quería desquitarse a toda costa. Había calculado la cantidad de agua necesaria para el viaje; pero estos cálculos en barcos de vela, como usted sabe, no tienen mucho valor. El Pacífico es muy grande, el viaje largo; éramos demasiada gente y el agua nos había de perder. Por la noche comenzó el embarque de los chinos.

Palabra del Dia

lanterna

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