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Actualizado: 9 de junio de 2025


Eso es. ¡A la derecha!... Ahora siempre de frente. Habían llegado al puerto, y Gillespie, marchando por una avenida exterior de la ciudad, avanzó hacia la colina en cuya cúspide se elevaba su antigua vivienda. Las gentes del puerto, que estaban ayudando al embarque de material de guerra para las islas amenazadas de sublevación, se esparcieron por las calles gritando la terrible noticia.

Mi amo se rió de la ocurrencia; su prima, haciendo mimos con la boca, fingió cierta hilaridad que le afeaba el rostro amojamado, y consintió al fin. Diome mil golosinas para que comiese a bordo; me encargó que huyese de los sitios de peligro, y no dijo una palabra más contraria a mi embarque, que se verificó a la mañana siguiente muy temprano. Octubre era el mes, y 18 el día.

Don Ramón, el jefe del escritorio, recordando sus antiguas aficiones, comparaba la bodega de embarque con la paleta de un pintor. Los vinos eran colores sueltos: pero llegaba el técnico, el encargado de las combinaciones, y cogiendo un poco de aquí y otro de allá, creaba el Madera, el Oporto, el Marsala, todos los vinos del mundo, imitados con arreglo a la petición del comprador.

En efecto, no bien embarqué en Río, levó anclas el barco de vapor y empezó a andar, dejando un surco de espuma, si por una parte la vista de la ciudad y de la fértil y risueña costa que iba desvaneciéndose, y el recuerdo de las personas queridas, hicieron brotar de mis ojos algunas lágrimas, por otra parte sentí que se me ensanchaba el pecho, que surgía para como una nueva juventud, y hasta imaginé que el fresco vientecillo que corría, húmedo y salado, agitaba mis recuerdos tristes, como si fuesen las hojas secas de un árbol, y los arrojaba en el surco que la nave iba formando, a fin de que en el árbol, libre de aquel peso enojoso, brotasen con premura nuevas hojas y nuevas flores.

Atravesando la Banda oriental pasé á Buenos-Aires, y me embarqué en seguida en el Paraná, para trasportarme á las fronteras de la provincia del Paraguay, declarada hoy dia Estado independiente.

Apenas se hubo retirado Martínez, uno de los dos capitanes, el del pie elefantíaco con zapato de fieltro, confesó su falta de idoneidad. Yo no he presenciado nunca desafíos en Burdeos. Ignoro cómo son. Antes de la guerra era comisionista de vinos en Méjico. Me embarqué con todos los franceses que vivíamos allá, y por milagro no nos apresó un corsario boche.

Palabra del Dia

lanterna

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