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Actualizado: 3 de junio de 2025
Tales pensamientos y otros de la misma estofa dominaban en el seráfico auditorio. Conociéndolo el orador, hubiera hecho alto y puesto punto final á su elocuencia; mas no tuvo tanta oportunidad, y siguió adelante.
Al fin, de todo aquel tranquilo rincón del mundo, no percibió más que las ruinas del fuerte, dibujando sus masas sombrías en el fondo azul del firmamento, y la torre, que, según la expresión de un poeta, como un dedo, señalaba el cielo con muda elocuencia. Por último, toda aquella perspectiva se desvaneció. Stein ocultó sus lágrimas, cubriéndose con las manos el rostro. Capítulo XVI
Las esmeraldas sientan bien a las linfáticas; pero usted es como la uva de Jerez, doradita por fuera y guardando en el corazón un licor que marea y embriaga. ¡Si dijera usted como una pasa! ¡Oh, no, marquesa! ¡oh, no!... Y el general rechazó con fuego la especie y empleó toda su elocuencia en desbaratarla como si tuviese delante un ejército enemigo.
En cambio estimaba cualquier signo de respeto y consideración á su talento, gozaba increíblemente cuando, gracias á su elocuencia, se alcanzaba la avenencia de dos amigas enemistadas, el perdón de un padre, la reconciliación de un matrimonio. Y sobre esto ninguna rigidez antipática, ninguna hipocresía.
Cuando llegaron al portal del palacio de Vegallana, su futuro dueño tenía lágrimas en los ojos. ¡Tanto le había ablandado el alma la elocuencia de Mesía! ¡Qué grande contemplaba ahora a su don Álvaro! Sin embargo, algo encontraba Paco en sus lecturas parecido a Mesía; era este una Margarita Gauthier del sexo fuerte; un hombre capaz de redimirse por amor.
Defendió con energía a su ex querida. No era ella, no, quien le había arruinado, sino los tunos de los mayordomos. Amparo era una chica de excelentes condiciones para ama de casa, un portento de arreglo doméstico: al mismo tiempo generosa, capaz de acomodarse a cualquier vida por el cariño, etc., etc. El maníaco marqués se expresó con calor y elocuencia haciendo el panegírico de su adorada.
Y estas ráfagas luminosas, que aparecen de repente en tan confuso caos, no son sólo pasajes aislados llenos de entusiasmo lírico y de fogosa elocuencia, sino escenas enteras del más poderoso efecto, cuales podían esperarse de un poeta de verdadero talento dramático.
Su antecesor rara vez subía al púlpito, y el verle a él en la cátedra del Espíritu Santo casi todos los días, despertó la curiosidad primero, después el interés y hasta el entusiasmo de los fieles. Su elocuencia era espontánea, ardiente; improvisaba; era un orador verdadero, valía más que en el papel, en el púlpito, en la ocasión.
La ciencia y la poesía, la navegacion y la filosofía, las bellas artes como la elocuencia y la política, la guerra como la religion, las grandes virtudes como los grandes crímenes y las heroicas expiaciones, todo está representado allí, para dar una idea general de las evoluciones de la humanidad en su carrera de progreso y luz.
Tomás Cardoso replicó a Morsamor no con razones sino con quejas. La conversación se fue agriando y se trocó en disputa. Los dos interlocutores estaban solos. Cardoso había echado a rodar todo respeto. Tenía muy poca fe en la elocuencia de sus razonamientos y sobrada fe en la energía de sus puños.
Palabra del Dia
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