Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 12 de junio de 2025


El coche de la Emperatriz desapareció entre los árboles de los Campos Elíseos; nosotros montamos en el ómnibus que va á la Plaza de la Bastilla, y á los quince minutos nos encontrabamos en nuestra fonda. Un amigo que nos acompañaba me preguntó con mucho interés durante el camino: ¿Morirá en Paris la Emperatriz Eugenia? Yo dije: no lo .

Nos proveemos de dos billetes de interior, ocupamos nuestros asientos, la hora se acerca, los viajeros se dan prisa, la bocina del conductor da la señal, muévese el carruaje y los Campos Elíseos quedan á la derecha. He dicho carruaje, y en verdad que no es este el nombre que más le cuadra. El ómnibus que nos conduce es una lancha cañonera, y una tribu que anda dentro de una casa de palo.

Eran ya las nueve cuando nos dirigiamos hácia la plaza de la Concordia, con el objeto de seguir la calle de Rívoli hasta la casa de la Ciudad ú hotel de Ville. Antes de penetrar en la calle, quisimos ver la perspectiva que presentaban los campos Elíseos iluminados, así como la plaza de la Concordia. ¡Espectáculo magnífico por cierto!

Por calles traviesas me hago conducir hasta la altura del Arco de Triunfo, echo pie a tierra, enciendo un buen cigarro, trabajo por la moral pública ocultando mi reloj para evitar tentaciones a los patriotas extranjeros y heme al pie del monumento, teniendo por delante la Avenida de los Campos Elíseos, con su bellísima ondulación, literalmente cuajada de gente e iluminada a giorno por millares de picos de gas y haces de luz eléctrica.

Despues de correr un espacio de cuatrocientas ó quinientas varas, extension aproximativa de los campos Elíseos, nos encontramos bajo la bóveda central de aquella apoteosis espléndida de Napoleon, el arco del Triunfo.

Las mamás, que hasta entonces se habían saludado con ceremonia, recordaban enternecidas a las amigas comunes que vivían en París y creían vagamente haberse visto en un del Hotel Ritz o en una recepción-tango en los Campos Elíseos. Una matrona imponente detenía a Conchita con súbita amabilidad. ¿Y usted no se disfraza, hija mía?...

En los Campos Elíseos, aparte de los infinitos espectáculos que allí se ofrecen, acaba de construir la competencia nacional, puesta frente á frente de la inglesa, un soberbio palacio de cristal, mejor dicho de piedra, para templo de la exposicion universal que debe verificarse en mayo de este mismo año.

El Bois de Boulogne, los Campos Elíseos, los barrios todos han cambiado de aspecto: el Paris del año 40 desaparece completamente para dar lugar á una nueva ciudad.

El cura aragonés se había dejado arrebatar por otra devota millonaria, fatigado sin duda de las exageradas comodidades que le proporcionaba su penitente y de las observaciones astronómicas sobre los tejados de los Campos Elíseos. Ahora tenía alojado en su vivienda á un monseñor, obispo in pártibus, que canalizaba el dinero de la viuda hacia muchas obras pías de su invención.

Todos los té-tangos de los Campos Elíseos vieron á la duquesa de Delille bailando con su nuevo capricho amoroso. Y yo, Miguel, te lo confieso, me enorgullecía con este error. Continué siendo la hermosa Alicia, rejuvenecida por la fidelidad de un adolescente que la acompañaba á todas partes con el entusiasmo del primer amor. Me parecía esto preferible al papel resignado y pasivo de madre.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando