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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Volvieron a oirse los pasos de los que le perseguían. No se van pensó. Efectivamente, no sólo no se fueron, sino que llamaron en la casa con dos aldabonazos. Apareció de nuevo la vieja con un farol y se puso al habla con los de fuera sin abrir. ¿Ha entrado aquí algún hombre? preguntó uno de los perseguidores. No. ¿Quiere usted verlo bien? Somos de la ronda. Aquí no hay nadie.
Pero á él no le gustaba la profesión de soldado: se parecía á su madre. Y Sánchez Morueta, examinando al muchacho, reconocía que efectivamente había en él muy poco de aquella estirpe de guerreros.
Encantado Delaberge por ese rapto de entusiasmo, que brotó de pronto como una fuente de agua viva, contemplaba con emoción a ese esbelto muchacho de veinticinco años, cuyos ojos brillaban a la luz de la luna. La haya y él parecían, efectivamente, de una misma esencia.
Después se echó a perder, y se le puso la cara dura y hombruna, la voz ronca. Dicen que era el retrato vivo de Bonaparte, y efectivamente... Guillermina miró las láminas napoleónicas, y Fortunata también, reconociendo el parecido. Después la santa se despidió de Severiana, diciéndole que volvería al día siguiente. Le recomendó la paciencia, y tomando el brazo de la de Rubín, se fue con ella.
Efectivamente... al otro domingo fue a Recoletos con el intento de verla sin que ella lo notase y, al divisar el coche, entró en la iglesia, quedándose en sombra, junto al mamparón de ingreso.
Ese es el príncipe de nuestro cielo, Lorenzo, después de Venus; pero, para mí, lo más hermoso son las estrellas dobles... ¿Tú no has visto con telescopio, el alpha del Centauro? Efectivamente es soberbia... como todas las dobles; pero de todo este espectáculo grandioso continuó Lorenzo, hay algo en el firmamento más grande para mí que él mismo y es la desesperante incógnita de su origen...
¡Es Rufino!... ¡Es Rufino!... dijo Lorenzo y agregó con viva satisfacción: ¡qué bueno! Efectivamente era Rufino, el viejo sirviente de la casa de Lorenzo, que descendió del pescante de un salto y lo saludo como un amigo íntimo, casi como un padre: ¡Cómo está, niño?... ¡Qué buena cara tiene!... ¿Se siente bien?... Perfectamente, Rufino, ¿y por allá?
El doctor rompió el silencio. Te encuentro mejor, Amaury dijo, y tú también debes encontrarme mejor a mi, ¿no es verdad? añadió con intención. Efectivamente respondió el joven: es usted muy dichoso y le doy por ello mi enhorabuena. ¡Qué le vamos a hacer! Es la voluntad de Dios manifestada por la Naturaleza que no tiene el hábito de obedecerme como a usted.
Se trata de un serio disgusto de familia, del cual, por desgracia, va Vd. a participar. Paz se acordó entonces repentinamente de que el hermano de su novio era cura. ¿Usted es el hermano de Pepe? le dijo con viveza. Efectivamente, señorita. Vengo a cumplir un deber muy penoso para el sacerdote y para el hombre. ¡Pronto, por favor, dígame Vd. lo que ocurre! ¿Le sucede a Pepe algo malo?
¡Oh, gran adquisición! dijo un socio ; si doña Ana viene, será un gran ejemplo, porque ella, hace tanto tiempo retirada... ¡oh! será un gran ejemplo. Efectivamente. Que se corra que viene la Regenta y se llenará esto con lo mejorcito. Señor Quintanar dijo el ex-alcalde se le declara a usted benemérito del Casino... si consigue traer a su señora la Regenta.
Palabra del Dia
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