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Guardaron silencio unos instantes: él, dudoso del éxito de su empresa; ella, turbada, deseosa de sustraerse al influjo violento de aquel hijo que, para sojuzgarla mejor, acababa de decirla: «no soy sino sacerdote.» ¿Vamos a la botica? se atrevió por fin a preguntar la madre. Espere Vd.; no quiero que nos separemos así.

Nada fué bastante para hacer decaer su ánimo. Oia con serenidad las trágicas relaciones de los que se le unian: hacia concebir á los tímidos nuevos pensamientos y esperanzas, ponderándoles cuanto valia aquel corto número de hombres, por su disciplina y por sus armas, y reflexionando importaba poco se sacrificase él y todos los suyos, cuando se trataba de evitar la pérdida de todo el reino, y tal vez podria cortar los progresos de la rebelion que estaba en sus principios en aquellas provincias, con algunos movimientos y maniobras del arte militar que supliesen el número y debilidad de sus fuerzas, echó la suerte, y resolvió vencer ó morir, y dirigirse á evitar el riesgo inmediato y cierto, abandonando á la fortuna el que estaba mas distante y dudoso.

El puente que lo atraviesa a lo lejos se asemeja a una pequeña media luna negra sobre un campo de azur. El oriente comienza ya a colorearse en los primeros albores del día; todo es dudoso, vago e indefinido. El paisaje, apenas esbozado, no ofrece más que los colores inciertos, rasgos confusos y formas caprichosas.

Como por encanto hemos visto levantarse en aquella zona grandes pelmazos de ladrillo, de dudoso valer arquitectónico, que manifiestan cuán positiva es aún la propaganda religiosa, y qué resultados tan prácticos se obtienen del ahorro espiritual, o sea la limosna, cultivado por buena mano.

Y sobre aquello de que yo no esté seguro, sino dudoso, no imaginaré ni bordaré nada, dejándolo en cierta penumbra y como entre nubes. Es innegable que Rafaela pagaba a D. Joaquín la posición que le había dado. Por ella andaba él aseado, elegantemente vestido y empleado en negocios importantes que le daban honra y provecho. Ella le cuidaba, le mimaba, mostraba quererle, y, sin duda, le quería.

El andaluz, y acaso mas que todos el sevillano, es franco y chancero, pero ligero de cascos: una mala palabra, una mirada burlona, un gesto dudoso es suficiente para provocar una querella ruidosa.

Sin embargo, los chupadores de sangre estaban muy lejos de poseer la dócil inteligencia de tantos perros, focas o elefantes «sabios». Apenas si reconocían a Catalina, su cuidadora, cuando los llamaba por sus pintorescos apodos: «¡Sanguijuela!... ¡Borracho!... ¡Lucifer!...» El éxito de la domadora, harto dudoso por cierto, extribaba más bien en una danza serpentina que bailaba dentro de la jaula, envuelta en negros crespones.

Pues bien, dijo Tragomer; si nuestros esfuerzos son vanos, tendremos, al menos, la tranquilidad de haber cumplido con nuestro deber. ¿Verdad, Marenval? , querido amigo. Lo que acabo de oir á Vesín, me decide por completo. Yo estaba un poco dudoso, lo confieso, aun después de las seguridades que usted me había dado.

Luego se veía con los tíos, entraba en la casa, trincaba con ellos, los enemigos jurados de su padre; ¿por intermedio de Jacinto? Era dudoso, y en uno y otro caso, pensaba ella que Esteven, más calculista que caritativo, no sería tan necio como para prestar su garantía a un joven que, le constaba, no tenía con qué responder a compromiso tan importante.

De ahí la predilección que demuestran por él. Y aunque la ciencia sostenga primero que sólo es una piedra, luego un arbusto, el sexo bello ve en el coral algo más. «Señora, ¿por qué prefiere usted á todas las piedras preciosas ese árbol de un encarnado dudoso? Caballero, dice á mi cara. El rubí hace palidecer; éste, mate y no tan vivo, hace resaltar mejor la blancura.» Y la señora tiene razón.