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Actualizado: 16 de junio de 2025
Aquellas provincias con su privilegiado suelo y su hermosísimo cielo, con su verano constante y sus escasas necesidades, dormían sin que el atronador ruido de cercanas civilizaciones las despertaran en los largos siglos en que han permanecido estacionadas.
Parecer ser que el Bearnés se acercó, ya pasada la media noche, cuando todos los vecinos dormían; pero, por un caso, en que se echa de ver la mano de Dios, los herejes apoyaron sus escalas en la Puerta Papal, donde se hallaban a la sazón algunos religiosos de nuestra Compañía. Al asomar los primeros asaltantes, nuestros hermanos dan repetidas voces de alarma.
Guarecidas de la lluvia ama y criada, atravesaron la plaza por uno de sus flancos, internándose después por una calle estrecha, larga y solitaria. Los honrados habitantes dormían el sueño dulce de la mañana.
Entonces, poniendo con dádivas de su parte a una doncella, consiguió que mientras dormían los tíos, Soledad le recibiese por las mañanas en unas habitaciones de la planta baja, de las cuales no se hacía uso en invierno. Luego el misterio aumentó el encanto, la ocasión fue tercera, y una vez más la pasión y el engaño llamaron a la vida un nuevo ser, víctima expiatoria del desvarío ajeno.
Por aquella puerta, condenada hacía mucho tiempo, y demasiado fuerte y bien cerrada para que pudiese libertarla de tener miedo, no podía llegar nadie como no fuese alguno de su servidumbre íntima, que tuviese interés en decirla algo secretamente, sin pasar por las habitaciones donde dormían la dueña y las doncellas de servicio.
El médico negó radicalmente semejante hipótesis. La niña no hubiera podido dar un paso por sí misma... Pero, ¿quién la llevó hasta allí, mientras miss Mary y los padres dormían?... ¡Pues el chico ese que decía haberla encontrado muerta!
Después de una mala comida de alubias y patatas, con un poco de bacalao ó tocino, dormían en aquel tabuco, sin quitarse más que las botas ó, cuando más, el chaquetón, conservando las ropas impregnadas de sudor ó mojadas por la lluvia.
De la cómoda estilo Imperio en que dormían las reliquias del pasado, sacó un estuche con las iniciales G. R. que contenía una cruz minúscula que era una verdadera joya artística. Este fue el regalo de novio de mi pobre madre a mi querido papá, que acababa de ser condecorado. Era para mí un recuerdo doblemente precioso, y espero que será para ti un amuleto que te dará la felicidad.
Al recordar las canteras de trabajo rudo y aquellas chabolas, donde dormían amontonados los hombres, digiriendo con tragos de agua roja las cucharadas de alubias con tocino, sentían la voluptuosidad del egoísmo.
Pepe entró en su casa de puntillas, abrió despacito, por no despertar a los que dormían, encendió la vela que a prevención dejaba Leocadia en una palomilla del pasillo, se entró a su cuarto y se acostó, pensando en los sucesos e ideas que le interesaban, en aquel recelo que le inspiraba su hermano, en el cariño que tenía a sus padres y en las complicaciones que temía.
Palabra del Dia
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