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Actualizado: 19 de julio de 2025
De noche la acompañaba paseando por las calles más extraviadas, donde tuviera seguridad de no tropezar a algún conocido. Los domingos solía llevarla en coche a cualquier pueblecito próximo; merendaban, bebían lo bastante para ponerse alegres y regresaban con las mejillas rojas, diciéndose mil disparates deliciosos.
Lo que más alivió la pesadumbre del vencido atleta fue oírle decir: «V. está malo, señor cura; pero Marroquín tampoco anda muy bueno... Tiene la cara como un pan... Además, dicen que va a quedar resentido del pecho.» En los dos primeros años vino el asistente de su padre a sacarle todos los domingos del colegio y llevarle a casa.
Que si quieres... Los domingos la hace ir a misa, y aquí paz... Dicen que ese señor es mojigato. Es rico afirmó Mariano con el tono de asombro mezclado de respeto que empleaba siempre para expresar aquella idea. Riquísimo. Gana millones. Si le dejan se come a España en menos que pía un pollo. ¿Y no sabes lo mejor? Es casado.
Consta de una cuenta antigua original, que ha llegado á mis manos, del Palacio Real de Madrid, que desde el 5 de octubre de 1622, los domingos, jueves y días festivos de cada semana, se representaron en el aposento de la Reina muchas comedias.
Que tenía bastante buen sentido para comprender que los personajes con quienes vivía, no podían darme más que una imperfectísima idea del género humano, en las circunstancias comunes de la vida. Todos los domingos comía el cura en casa. La comida del domingo constaba invariablemente de un pollo o de un capón, de una ensalada, de huevos duros y de leche cuajada en verano.
Además de Miguel, que comía todos los domingos en casa de su tío, había otros dos señores convidados, los cuales conversaban en un rincón. A juzgar por la confianza que D. Bernardo y su señora hacían de ellos, dejándolos solos, debían ser amigos íntimos, de la casa.
Los domingos iba a misa de alba y se encerraba otra vez en casa. Cuando se decidió a ponerse la antedicha mantilla e ir a misa de once, lo mismo en la iglesia que en las calles del tránsito, la acribillaron a miradas, y se habló del suceso por más de ocho días.
Los paseos de Rio Janeiro, completamente innecesarios, pues los habitantes del pais no acostumbran pasear, son regulares, distinguiéndose entre todos el de Botafogo, situado á la orilla del mar, con árboles, fuentes, y paseo de carruajes. Es bastante bueno y muy poco concurrido. El emperador pasea todos los domingos en carruaje cruzando siempre el de Botafogo en toda su extension.
Era también de rúbrica el paseíto los domingos, en corporación, las niñas muy bien arregladitas con cuatro pingos que parecían lo que no eran, la mamá muy estirada de guantes, que le imposibilitaban el uso de los dedos, con manguito que le daba un calor excesivo a las manos, y su buena cachemira. Sin ser vieja lo parecía.
Pues, señor, nos poníamos los tres al anochecer de los domingos del verano, después de nuestra partida de jito, á la puerta del balcón, y dale que le das á los instrumentos, llegábamos á reunir en la calle una romería.
Palabra del Dia
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