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Actualizado: 13 de octubre de 2025
Pero entonces, allí, en presencia de un cuadro que me recordaba toda mi niñez, viendo en el altar a un sacerdote digno y virtuoso, aspirando el perfume de una religión pura y buena, juzgué digno aquel lugar de la Divinidad; el recuerdo de la infancia volvió a mi memoria con su dulcísimo prestigio, y con su cortejo de sentimientos inocentes; mi espíritu desplegó sus alas en las regiones místicas de la oración, y oré, como cuando era niño.
Mi familia es mejor que la suya: mi abuelo no ha sido un tendero como el padre de D. Julián.... Luego, no es una divinidad ni mucho menos, una de esas chicas que llamen la atención, ¿sabes tú? ¿Por qué hace tantos remilgos cuando yo soy quien le hago favor? ¿Sabes quién tiene la culpa?
Ya ves tú cuán seductor es el rival que tienes, rival que me persigue y a quien no quisiera yo dar los miserables restos de que la cansada vejez no me despoje; divinidad en cuyas aras no quisiera yo hacer ruin libación, vertiendo las heces del cáliz de mi vida, sino derramarle allí, generosa y hasta pródiga, cuando aún está lleno hasta la orla del filtro ardiente de pasiones y anhelos.
Cosas que no me hubieran parecido dignas de atención en otras circunstancias; ¡producían sobre mí una impresión tan extraña! ¡Oh encanto delicioso que lo anima todo, que lo embellece todo, que esparce sobre la vida una luz de divinidad! Y los mismos sentidos, alucinados por la embriaguez del alma, no sueñan más que perfumes, luces, melodías celestes. Es el ideal de un paraíso.
Halló una tregua a las congojosas batallas de su alma en la madre soledad, que tanto había contribuido a la formación de su carácter, y en la contemplación de las hermosuras de la Naturaleza, que siempre le facilitaba extraordinariamente la comunicación de su pensamiento con la divinidad.
Dos horas después, entró de repente en la cámara una joven, una divinidad, vestida con un hábito, un velo y una toquilla de educanda y se detuvo al ir á arrojarse en los brazos del conde de Haro, al ver que había con él otro respetable señor, que la miraba ni más ni menos que como hubiese podido mirar á una yegua de raza, sin mover una pestaña.
La obscuridad se había hecho más densa; pero yo veía en el cura, cuyo semblante aun no conocía, algo luminoso; tan cierto es que la simpatía y la admiración se complacen en revestir a la persona simpática y admirada con los atractivos de la Divinidad.
No puede persuadirse de que tales homenajes sean consagrados a una divinidad vulgar, que tan magníficos altares se levanten de siglos en siglos a un ídolo de barro. El amor sigue siendo, por consiguiente, a pesar de todo y por todo, la principal ocupación del pensamiento, y la perpetua obsesión del corazón.
Era la Noche, divinidad misericordiosa que hacía ver á los desterrados en este rincón del planeta todos los seres amados por ellos. Como Ricardo Watson estaba solo en el mundo, la Noche escogía para él la flor más primaveral... Y el joven, antes de cerrar los ojos, empezó á conocer la dulce melancolía que acompaña siempre al primer amor.
También hacía modelos para algunos marinos como ex voto. Sabido es que el llevar un modelo a una ermita es una forma de aplacar a la divinidad.
Palabra del Dia
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