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Actualizado: 12 de julio de 2025
El instinto de conservación despertó con ímpetu. «Había que defenderse. Si el otro volvía a disparar iba a matarle; ¡era don Víctor, el gran cazador!». Mesía avanzó cinco pasos y apuntó. En aquel instante se sintió tan bravo como cualquiera. ¡Era la corazonada!
Para llegar a su camarote era necesario pasar por nuestra cámara, en donde dormíamos gentes de su confianza, y luego seguir por un pasillo en zig-zags, forrado de hierro, con agujeros pequeños y redondos para disparar por ellos en caso de ataque.
Solían hacer sus casas como el templo que fabricó su gran rey Salomón, que era cuadrado, con las puertas anchas de abajo y estrechas por la comisa, y dos columnas al lado de la puerta. Por aquellas tierras vivían los asirios, que fueron pueblo guerreador, que les ponía a sus casas torres, como para ver más de lejos al enemigo, y las torres eran de almenas, como para disparar el arco desde seguro.
Estaba el hombre que no sabía lo que le pasaba; creía soñar... se daba pellizcos a ver si estaba despierto, anduvo algún tiempo por la calle como un insensato... se reía solo... le dieron ganas de comprar un revólver para ponerse a disparar tiros al aire... ¡Ah!, lo que debía hacer era meterle un par de balas en el cuerpo a doña Lupe... sí, por mala, por tacaña... Pero no, no; perdonar a todo el mundo... La vida es hermosa, y gobernar un pedazo de país es el mayor de los deleites.
Veía caer algunos combatientes; a los caballos, sueltas las bridas, huir por el prado... Veía, a la izquierda, que se abría el ventanuco más alto de la casa forestal, y el anciano Cuny, en mangas de camisa, apuntando con el fusil en dirección del grupo, pero sin atreverse a disparar... La anciana veía todas aquellas cosas con una lucidez extraña, y se decía: «El loco ha vuelto... Suceda lo que quiera, esto tiene que terminar como he visto en sueños, y mi cabeza colgará de la silla de su caballo...»
Por la falda del monte gateaba Una tropa poetica, aspirando A la cumbre que bien guardada estaba. Hacian hincapie de quando en quando, Y con hondas de estallo y con ballestas Iban libros enteros disparando. No del plomo encendido las funestas Balas, pudieran ser dañosas tanto, Ni al disparar pudieran ser mas prestas.
Enero. El día 3 Pavía destruye la República sin disparar un tiro. Desaloja el salón del Congreso y pone en las calles cañones que no hacen fuego. Llueve un Poder Ejecutivo. La Sanguijuelera, que permanece adicta al antiguo régimen y no cree que hay más reina que Isabel II, da un viva al príncipe Alfonso.
Embromó al boticario diciendo que no creía en la fuerza electrizadora de su uña; y el boticario, a fin de convencerle, le prometió que el día menos pensado, cuando estuviese él bien dispuesto, le llamaría y haría delante de él la experiencia de encender el candil y de disparar el cañonazo.
Palabra del Dia
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