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Actualizado: 28 de junio de 2025
«Todas las bibliotecas públicas debieran cerrarse.» «La mayor estupidez que he leído es esta frase de Carlyle: La mejor universidad de estos tiempos es una biblioteca. Yo replico: la mejor universidad sería un cuartel. Quiero decir: una cultura socializada e impuesta al modo de la disciplina militar. La disciplina militar es abominable porque es inculta.
En contraposición a la insignificancia y obscuridad de Fray Miguel, había en el mismo convento otro fraile cuya fama y alta reputación de sabio se extendían por toda la Península y aun trascendían a Italia y a otras naciones. Se llamaba este fraile el Padre Ambrosio de Utrera. No había disciplina ni facultad en que no se le proclamase maestro.
El conde leyó maquinalmente: «Señorita, el hombre con quien se va usted a casar es mi esposo ante la ley inglesa y el padre de mi hijo, que pronto no tendrá ya madre. Juana Dodson.» ...Aquella era la venganza de Liette. Había ahorrado lágrimas a Blanca; y a Raúl el escándalo, a costa de una falta profesional, duro sacrificio para aquella hija de soldado, esclava de la disciplina.
Delante fueron las Josefinas, soñolientas aún y dando bostezos, empujándose unas a otras. Seguían las Filomenas con cierto orden, las más diligentes dando prisa a las perezosas. Donde hay muchas mujeres, tiene que haber ese rumor de colegio, que se hace superior a la disciplina más severa. Entre chacota y risas se oía el rumorcillo aquel: «Mauricia... ¿no sabéis?
Pero Fray Diego de Berguén tenía en mucho la buena disciplina de la comunidad para permitir que ésta quedase bajo la impresión de la rebeldía triunfante del novicio; así fué que convocando nuevamente á los hermanos les dirigió una filípica como pocas, comparando la expulsión del iracundo Tristán á la de nuestros primeros padres del Paraíso, llamando sobre él los castigos del cielo y advirtiendo de paso á sus oyentes que si algunos de ellos no mostraban más celo y obediencia que hasta entonces, la expulsión de aquel día no sería la última.
¡Pobrecilla! con las manos, deformadas horriblemente por los sabañones, restregábase los ojos, haciendo ese hipo lastimero del niño que va a llorar; Quilito, compadecido, la acarició los pelos cerdosos, irreductibles a la disciplina de la peineta.
Nuestro planeta sufre guerras y se cubre de sangre cada vez que á un Imperio se le ocurre organizarse como un hormiguero, imitando su férrea disciplina, su método para la acción, su soberbia, que tiende á engañar y esclavizar todo cuanto le rodea.... Esa fábula es una calumnia continúa mi amigo . Los caracteres de sus protagonistas aparecen en ella escandalosamente invertidos.
Toda esta clase de profesores de los diferentes ramos de diversión y entretenimiento habían sido severamente suprimidos, no sólo por la rígida disciplina de la ley, sino por la sanción general que es lo que constituye la vitalidad de las leyes. Sin embargo, aún careciendo de todo esto, la honrada y buena cara del pueblo sonreía, quizás con cierta dureza, pero también á quijada batiente.
Ese era su derecho, más aún, su deber. Todo la obligaba a ello, su juramento, el honor, la disciplina. Si la venganza salía ganando, mejor... Sordos murmullos y gritos confusos: ¡Ahí están! ¡Ahí están!
El señor José comenzaba a sospechar si el mundo sería distinto de como él lo imaginaba. No sentía las mismas energías de antes para abominar de los vociferadores, que deseaban que la sociedad diese una vuelta, colocándose arriba los de abajo. El dolor le hacía tolerante. Ya no comparaba la organización social con la disciplina militar.
Palabra del Dia
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