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Actualizado: 13 de junio de 2025
Ya dijimos antes, que la época en que comienza la decadencia del teatro español no puede determinarse con exactitud cronológica, y que cae, en general, en los últimos años del reinado de Carlos II.
En el presupuesto eclesiástico también cabe su reducción, pues si no estamos equivocados, son cinco los sacerdotes que hay solamente en la isla de Guaján, la cual á más de su poquísima extensión solo contiene, como ya dijimos, una población de 7.138 almas, contando rancherías de carolinos, que viven en sus costumbres, usos y religión.
Pues ya está usted arrancándose, hermanita dijo el malagueño presentándole al mismo tiempo la guitarra. ¡Quite usted allá, hombre de Dios! respondió la monja riendo y rechazándola. ¿Quiere que yo la acompañe entonces? Vamos, hermana, déjese usted oír dijimos casi al mismo tiempo D. Nemesio, el sabio fondista y yo.
En seguida clavó su vista en la Crónica parlamentaria; y entonces estuvo a pique de morirse de repente, al leer, entre otros, nada lisonjeros para él, estos renglones: «La proposición del diputado Peñascales, célebre desde ayer en los fastos parlamentarios, es una verdadera monstruosidad en la forma y en el fondo; y bien seguro es que no hubiéramos dicho de ella lo que dijimos al anunciarla, si la hubiéramos conocido entonces como la conocemos ahora.
Lo que en nosotros era admiración, en los indios era un terror visiblemente marcado en sus bronceados semblantes y en la estupefacción de sus miradas. Las escalas se encontraban fuera del bote, pero ninguno de los indios se atrevía á fijarlas en la roca. Vamos, muchachos dijimos por último, colocar las escalas y no tengáis miedo alguno.
El monje dominico, que, como dijimos antes, descubrió la última tentativa de huída y se granjeó el odio de los cristianos, intentó hacer recaer en Cervantes toda la odiosidad de su conducta, sobornando con ese fin insidioso á diversos testigos.
Nosotros, á quienes más dolía la pérdida de la vida del Padre que la nuestra, dijimos resueltamente que le queríamos seguir en todos trabajos, y aun perder la vida si fuese necesario.
La necesidad es la divinidad más fuerte que el mundo conoce, y la necesidad es el resultado de las leyes físicas puestas en movimiento por las fuerzas morales. Dijimos, y la estadística lo prueba, que es imposible destruir la raza filipina.
¡Qué alboroto más necio! exclamó el tío Frasquito al verle. Y queriendo atenuar lo ridículo de la escena, no dándole importancia alguna, añadió en seguida: ¿Qué sellos son estos?... No los conozco... El tío Frasquito coleccionaba sellos diplomáticos, según ya dijimos, y tenía un álbum de curiosos ejemplares que compraba a precios muy subidos.
Este mismo temor á los silbidos de los mosqueteros obligó á muchos poetas á llevar sus obras anónimas á la escena, y puesto que, como antes dijimos, la tiranía de este populacho crítico alcanzó su apogeo hacia la mitad del siglo XVII, de aquí también, que, en este mismo tiempo, aumente sobremanera el número de las comedias, que no llevan el nombre del autor.
Palabra del Dia
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