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Actualizado: 22 de junio de 2025
Hecha la cama y la noche venida, díjome: "Lázaro, ya es tarde, y de aquí a la plaza hay gran trecho. También en esta ciudad andan muchos ladrones que siendo de noche capean. Pasemos como podamos y mañana, venido el día, Dios hará merced; porque yo, por estar solo, no estoy proveído, antes he comido estos días por allá fuera, mas agora hacerlo hemos de otra manera."
Diome gana de descomer, aunque no había comido, digo, de proveerme, y pregunté por las necesarias a un antiguo, y díjome: -Como no lo son en esta casa, no las hay. Para una vez que os proveeréis mientras aquí estuviéredes, dondequiera podréis; que aquí estoy dos meses ha y no he hecho tal cosa sino el día que entré, como ahora vos, de lo que cené en mi casa la noche antes.
Y díjome: "Por mi vida, que paresce este buen pan." "¡Y cómo, agora, dije yo, señor, es bueno!" "Sí, a fe, dijo él. ¿Adonde lo hubiste? ¿Si es amasado de manos limpias?" "No sé yo eso, le dije; mas a mí no me pone asco el sabor dello." "Así plega a Dios", dijo el pobre de mi amo. Y llevándolo a la boca, comenzó a dar en él tan fieros bocados, como yo en lo otro.
Cada mujer fué para mí un romance, cada hombre una sátira, cada día un maestro, cada año un libro. Díjome la historia que siempre ha habido tiranos y esclavos, y que la vanidad, y la codicia, y la soberbia han escrito con sangre sus anales; quise quitar la carátula á la verdad y se la quité á medias, porque lo que vi, me dió miedo de ver lo que ver no quise.
Poniéndome en marcha hacia la casa del médico, a quien deseaba pagar su visita aquel día, despedíme del Tarumbo; pero éste, atajándome a la mitad de la despedida, díjome que «payá» iba él también, porque cabalmente estaban las dos casas, la suya y la del médico, frente por frente, y echó a andar a mi lado.
Al fin se cumplió mi deseo y supe lo que deseaba; porque un día que habíamos comido razonablemente y estaba algo contento, contóme su hacienda y díjome ser de Castilla la Vieja, y que había dejado su tierra no más de por no quitar el bonete a un caballero su vecino.
Porque son casos muy distintos el de usted y el mío, señor don Marcelo díjome a esto Neluco . Yo empiezo a vivir ahora, necesito trabajar, y trabajar mucho, para ganar el pedazo de pan que como; y además, ni me aburro en la soledad en que vegeto, ni me tientan, como a usted, las seducciones de «allá afuera», ni conmigo ha de extinguirse mi apellido aunque yo muera solterón... ¡Pero si me viera en el pellejo de usted!...
Díjome que, en efecto, á principios de la noche había estado en las cocinas un hidalgo preguntando por su tío, y que le habían encaminado á casa de vuecencia, donde se encontraba el cocinero mayor. ¿Volveríais á mi casa? Volví. ¿Preguntaríais á la servidumbre? Pregunté. ¿Y qué averiguásteis?
El Ciego de Gondar díjome que tenía pensado llegarse a Flavia-Longa. Si es cuento del Ciego de Gondar, será mentira. ANDREÍ
Primero estuvo hablando conmigo; preguntome varias cosas y me contó otras muy chuscas y divertidas. Después díjome que me estuviese quieto: sentí sus dedos en mis párpados.... Al cabo de un gran rato dijo unas palabras que no entendí: eran palabras de medicina. Mi padre no me ha leído nunca nada de Medicina. Acercáronme después a una ventana.
Palabra del Dia
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