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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Su bondad lo inspiró la declaración más digna en sus labios, diciendo: No tengo más voluntad que la de usted.... Haga usted de mí lo que quiera. Barástolis, muy bien dicho. Pues yo quiero hacer de usted una hija.... Hasta ahora no había querido tener con usted esa familiaridad inocente que consiste en tratarla de tú.
Esta noble y simpática figura era digna de inspirar á la musa popular del gran cancionero del siglo XIX, amigo y admirador de Lamennais, y que como él profesaba la religion de la libertad del pueblo y tributaba culto á la verdad.
En efecto, quizás no haya otra de las últimas, digna de mención, más que El Hércules furente y Oeteo, del lírico Francisco López de Zárate, impreso en el año de 1651.
A los hombres públicos añadió el intruso, viendo la sorpresa de don Simón les pasa mucho de esto. ¡Como son conocidos de tantos a quienes ellos jamás han visto!... Pero a bien que a mí, el temor de una fría respuesta no ha de quitarme el placer que recibo al estrechar la mano de una persona digna de todo mi respeto.
Pensó en que el término dichoso, honesto y santo de la educación que a Arturito había dado, era casarle con la más linda señorita que hubiese en Río de Janeiro, cristiana y recatadamente educada, bonita y amable y de distinguida familia, en quien Arturito hallase una compañera digna y fiel y lograse dar a su padre el Sr.
La tenue de las mujeres, aun en aquellas que un no sé qué vago revela a ojos experimentados pertenecer al gremio tan característicamente llamado en Francia de las horizontales, es siempre correcta y digna. La máscara caerá al pisar la puerta de calle; pero todo hombre puede pasearse con su mujer o sus hijas sin temor de presenciar escenas escandalosas.
Eso ya no tiene remedio; doña Clara os ha inspirado ese amor puro, noble, intenso, ese amor del alma del que yo hubiera querido ser digna; doña Clara es para vos vuestra hermana, más que vuestra hermana, porque es vuestra amante.
Es cosa digna de saberse la jornada que hace el Mapono con el alma y lo que ésta padece hasta llegar al Paraíso.
Acabóse la buena comida, ensillaron luego, y, sin que les sucediese cosa digna de contar, llegaron otro día a la venta, espanto y asombro de Sancho Panza; y, aunque él quisiera no entrar en ella, no lo pudo huir.
Caminando hacia ella, nos refirieron la tradición que corre muy válida acerca del origen del edificio; y, como es digna de que la conozcáis, y yo no quiero poner ni quitar nada en tan delicado asunto, voy á transcribirla puntualmente, tal como la publicó hace años el Sr.
Palabra del Dia
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