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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Respecto a la primera, su belleza era indiscutible; y en cuanto a la segunda, que tanto había de influir en su vida, aquellas lecturas dramáticas y diálogos con poetas y cómicos, tanto ir a ver comedias y admirar a las actrices, concluyeron por entusiasmarla y sorberla el seso en tal grado que, aun sin atreverse todavía a comunicárselo a sus tíos, formó propósito de dedicarse a la escena.
«Así como su obra trata de diversas medicinas i plantas i otras cosas pertenecientes á la salud humana, así tambien trata de otras que son inútiles i sin algun provecho para ella, siéndole forzoso tratallas por seguir el estilo de diálogos, dó los que hablan suelen divertirse i derramarse fuera de lo que toca á su principal propósito, no se dejando de hallar á cada paso muchos errores, que, aunque la buena fama i autoridad del autor nos persuadan no ser suyos, sino del descuido de los impresores que en aquella ciudad de Goa, donde él escribió, no se hallan tan limados como por estas partes, no dejan de causar molestia i dar enfado al que los lee.
Yo sabía quién tú eras, he influido en que vengas por aquí; puedo asegurar que invisiblemente te he guiado para llegar adonde no llega nadie sin nuestra venia, y encargando a mi fámulo el disimulo, le ordené que te aguardase en el soto, como, en efecto, lo hizo. No fue una sola vez, sino varias, las que tuvo Morsamor diálogos por el estilo con el sabio viejo.
Las flores perfumaban el ambiente y contribuían a realzar la gracia y el esplendor de esta escena de ricos muebles que la adornaban, y sobre todo las lindas sevillanas, cuyos animados y alegres diálogos competían con el blando susurro de las fuentes. En una noche, hacia fines del mes, había gran concurrencia en casa de la joven, linda y elegante condesa de Algar.
Las borrascas marítimas, los torbellinos de la atmósfera, los trágicos diálogos de los dos Océanos, las tormentas magnéticas llamadas auroras boreales, toda esa fantasmagoría parecíales la Naturaleza furiosamente turbada é irritada, la lucha de Satanás. Durante tres siglos, los progresos fueron lentos.
Los diálogos de Mefistófeles con Marta, que así se llama esta mujer, tienen gran fuerza cómica: ora cuando Mefistófeles trae a Marta la nueva de la muerte de su marido, ora cuando la requiebra y enamora. En el jardín de Marta se ven y se hablan Fausto y Margarita. Margarita queda ya cautiva, herida en el corazón, inflamada por un afecto irresistible e inextinguible.
También en cuatro diálogos, que se atribuyen sin fundamento á San Agustín, se desenvuelve este tema de igual manera . Es digno de observarse, no sólo su forma, ya casi dramática, sino también su índole especial, que nos hace sospechar si debió representarse mímicamente.
Los primeros diálogos que con él sostuvo, aquella incertidumbre deliciosa de aguardar a que hablase, estando segura de lo que había de decir, la sincera vehemencia con que pintaba su cariño, y el tono suplicante con que la pedía constancia, persistían en ocupar su pensamiento y llenar su alma, como aves que se resistieran a volar lejos de la fronda en que nacieron.
El pobre hombre parecía intranquilo, y en sus dos diálogos con el banderillero balbuceaba con una expresión de espasmo y de duda, no atreviéndose a manifestar su pensamiento. Al unirse con el jinete, le escuchó breves momentos y volvió a desandar su camino, corriendo hacia el cortijo, pero esta vez con más precipitación.
Como la palabra obedecía mal a su pensamiento, huía los diálogos largos y las conversaciones en corro, limitándose a hacer signos de afirmación o negación con la cabeza, y cuando más, a decir frases concisas, que tomaban en sus labios tono de sentencias pretenciosas. Muchos le consideraban como hombre formal, pero de cortos alcances, y algunos le trataban de burro serio.
Palabra del Dia
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