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Actualizado: 8 de junio de 2025
Los tres blasones de España es, al contrario, una obra caprichosa y desordenada, cuyo argumento fué manejado también por Antonio Coello, como si Rojas solo no hubiera bastado para encerrar en ella tantos despropósitos. El primer acto es de la época de las guerras de Pompeyo en España.
Los despropósitos. El que está mas ventajosamente dotado en las facultades del alma, si se encuentra con otros que ó carezcan de alguna de ellas, ó las posean en grado inferior, se halla en el mismo caso que quien tiene completos los sentidos con respecto al que está privado de alguno.
16 Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores; y sus gobernados, perdidos. 17 Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla despropósitos.
Yo contesto que nadie es dueño de su dinero, ni de un grano de arena, ni de la hoja seca de un árbol, ni del aliento de su boca, para hacer despropósitos y sandeces; nadie es dueño de nada para abusar, porque nadie tiene el poder de cometer absurdos.
Después, acumulando en su rostro todos los rasgos de desdén y acritud de su gran repertorio, dijo: ¡Ah! señor don Silvestre, con mucha razón le sorprenden á usted los despropósitos de este joven; pero no tiene usted en cuenta que ha vivido hasta hace poco en el más lamentable extravío. Ya se corregirá; hay una persona que ha tomado á cargo su educación, y creemos que logrará el intento.
Empujole hacia la puerta mirando a todos lados por si había en el recibimiento o en los pasillos alguien que tales despropósitos oyera. No había nadie. D. José se deshizo en reverencias; pero no se turbó porque le llamaran loco. «Si la señora no me cree se limitó a decir , puede enterarse en la vecindad...». Jacinta le retuvo entonces. Quería que hablase más.
Estos ojos fueron los que me miraron con severidad que me turbó; esta boca fue la que con voz tan solemne como cascada, tomó la palabra y dijo: «¡Oh extravío de las imaginaciones juveniles! ¡Oh ruindad de sentimientos! ¡Oh corrupción del siglo! ¡Oh bajeza de ideas! ¡Oh pérdida del buen gusto! ¡Oh aniquilamiento de las clásicas reglas! ¿Hay más formidable máquina de disparates que la que usted escribió ni mayor balumba de despropósitos que la que esa señora y ese caballero han dicho? ¿En qué tiempos vivimos? ¿Qué república tenemos?
Guillermina pasó a la salita en busca de Ballester, que estaba muy cariacontecido junto a los cristales de la ventana, mirando a la plaza, y le dijo: «Está esa mujer excitadísima, y me temo que se seque... ¿Hay aquí antiespasmódica?». Sí, sí, la preparé yo con muchísimo esmero; pero traeré más esta noche. ¿Dice usted que está excitadísima? Pero atroz... Cabeza trastornada; dice mil despropósitos.
Allí hay recogidos treinta y nueve sermones con algunas sentencias, y de ellas dice una nota que prueba el efecto que causaron las peroraciones del loco en su tiempo: «Los mismos inquisidores, los mismos frailes, las personas más timoratas los leían y celebraban á solas y á coro, sin temor de caer en mal paso de excomunión y denuncia, y he visto á algunos afectísimos á los frailes y al Santo Oficio, llorar de risa con los despropósitos de Amaro.»
Don Paco se puso verde al oír tales despropósitos, y llevándose la mano al corazón, miró a la Condesa con semblante dolorido y contristado, como para manifestarle, en la sola elocuencia de una mirada, que él no había enseñado tales cosas al joven discípulo.
Palabra del Dia
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