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Actualizado: 16 de junio de 2025
Casi todos ellos eran católicos ó protestantes fervorosos; pero sólo creían en los sacerdotes de su país. Fuera de Alemania, todo resultaba despreciable, hasta la propia religión. El alcalde y el sacerdote cambiaron de lugar en la fila, buscándose. Se ofrecían mutuamente, el centro del grupo con una cortesía solemne. Aquí, señor alcalde; este es su sitio: á la cabeza de todos.
Cuanto es interesante la primera, tanto es despreciable la segunda. Después del calavera-temerón hablaremos del seudo-calavera. Este es aquél que sin gracia, sin ingenio, sin viveza y sin valor verdadero, se esfuerza para pasar por calavera: es género bastardo, y pudiérasele llamar, por lo pesado y lo enfadoso, el calavera-mosca.
»El amor del descreído es inmenso. El descreído consagra a un objeto despreciable toda la fuerza de amor con que procura el creyente elevarse a su ideal divino. »En fin, ¿para qué cansarte? He vagado como una fiera mansa que lleva clavado en el pecho un dardo envenenado. De noche he vagado; de día he estado oculto. Tengo vergüenza de que la gente me vea.
Y tuvo sosiego y pan, fue útil y desempeñó un gran papel, y hasta se hizo célebre y se lo disputaban y le traían en palmitas. No hay ser humano, por despreciable que parezca, que no pueda ser eminencia en algo, y aquel buscón sin suerte, después de medio siglo de equivocaciones, ha venido a ser, por su hermosísimo talante, el gran modelo de la pintura histórica contemporánea.
¡Qué cambio el de nuestros tiempos, amigo Ojeda! ¡Qué transformación de valores!... El oro y el comercio, que en otras épocas sólo eran para la gente despreciable acorralada en las juderías, reinan ahora como fuerzas directoras del mundo... Y si lo duda usted, ahí tiene al amigo de los bigotes tiesos que nos preside, místico y guerrero como Lohengrin, músico y genial como Nerón, siempre con coraza y casco de aletas, y que, sin embargo pasará a la Historia con el título de primer viajante de comercio de nuestra época.
Roger no había descuidado por su parte el diario ejercicio de las armas y podía considerársele como tirador no despreciable, ya que no de los primeros. Grande era el contraste que ambos combatientes presentaban: moreno y robusto Tránter, mostraba el velludo pecho y la recia musculatura de hombros y brazos, en tanto que Roger, rubio y sonrosado, personificaba la gracia juvenil.
El orgullo nobiliario latía aún más vivo en el corazón de su padre que el sentimiento religioso; pero sabía aliarlos tan bien en el fondo de su conciencia, que había llegado a creer que la religiosidad era una cualidad privativa de los aristócratas, y que por ella se distinguían mejor que por ninguna otra del vulgo despreciable.
Las demas circunstancias de este puerto le hacen absolutamente despreciable, pues concuerdan los informes en que no hay arbustos para leña, ni árboles para hacer madera en todas aquellas inmediaciones.
Le repetía por lo menos una vez al día: «Eres mi ángel guardián.» Le daba nombres tan dulces que, sin el testimonio de los espejos, hubiera creído tener veinte años. Algo es algo; y el peor marido no es despreciable más que a medias, cuando deja una dulce ilusión a su víctima.
¿Quieren una prueba?... Atiendan: un caballero insulta a otro; el insultado mira; ve una paliza en perspectiva; siente miedo, y entonces toma de su imaginación un color complementario... un color «sin vergüenza», por ejemplo, y en seguida no más «ve» que el insultador es despreciable, y... ¡lo desprecia! ¡Está gracioso!...
Palabra del Dia
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