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Actualizado: 5 de julio de 2025
Lleva el traje nuevo. El señor don Matías Cepeda era el socio principal de la Sociedad naviera Vasco-Andaluza, Cepeda y Compañía, propietaria de la fragata que mandaba don Ciriaco y de otros muchos buques. Fuimos al barco, dormí yo en mi camarote y por la mañana me despertaron dos golpes en la puerta. ¡Eh, Shanti! me dijo don Ciriaco , ya es hora. Duermes como un lirón.
Predispuesto como estaba al enternecimiento, aquella escena me produjo una impresión viva. Despertaron en mi espíritu las dormidas emociones de la infancia, cuando mi madre me llevaba a confesar con fray Antolín el excusador. Sentime gratamente turbado y en la mejor disposición posible para llorar los pecados de mi vida y acercarme contrito al tribunal de la penitencia.
Algunas horas después, ya muy entrado el día, cuando la despertaron, la dueña más antigua la dijo toda azorada: ¡Señora! ¡Esperanza de Figueroa ha desaparecido! ¡Que ha desaparecido Esperanza! exclamó la duquesa con tal asombro, tan ingenuo y tan natural, como si aquella hubiera sido la primera noticia. Sí; sí, señora: desaparecido completamente. Habrá salido...
Un amanecer, á la altura de Lisboa, cuando acababa de dormirse después de haber pasado la noche en el puente, le despertaron los gritos y correteos de la tripulación. Un submarino había surgido á mil quinientos metros y marchaba hacia el Mare nostrum á gran velocidad, temiendo sin duda que el buque mercante intentase escapar.
Aquellos elogios brutales, que más parecían dichos en son de menosprecio, despertaron en mí profunda indignación, y dije, sonriendo rabiosamente: Le falta a usted lo mejor. ¿Qué? Que tiene cien mil duros de dote. El sarcasmo no le hizo efecto alguno. ¡Ezo e! Y, además, se encuentra uno con el inconveniente de los cien mil duros. ¡Diga usté ahora que este zeñó no es má zabio que Víctor Hugo!
Levantéle, y dejé dormir a los demás hasta las once de la noche, que despertaron, y esperezándose, preguntó uno que qué hora era. Respondió el porquero que aún no la había desollado que no era nada, sino la siesta, y que hacía grandes bochornos.
Levantéle, y dejé dormir a los demás hasta las once de la noche que despertaron; y esperezándose, preguntó mi tío que qué hora era.
Los alaridos que la madre y el hijo daban, cada uno en su registro, no despertaron a José Izquierdo, pues este era hombre que en cogiendo la mona, no le enderezaba un cañón; pero sí sacaron de su letargo a Segunda, que fue a ver lo que ocurría, y hallando a su sobrina medio vestida, se puso hecha una furia y por poco le pega. «Mira que te estrello, si das en hacer funciones de comedia le dijo con aquellas formas exquisitas que usaba . ¿Pero no ves, burra, no ves que se te ha retirado la leche, y el pobrecito no tiene qué mamar?».
Entonces los traviesos y regocijados amores que en mi seno dormían se despertaron en tumulto y se pusieron a tocar diana, como si saliese para ellos la aurora de un nuevo día, con cuyo anuncio querían levantar y alborozar mis sentidos y potencias. En mi pensamiento ya no podía yo estar más rendida ni ser de nuevo más tuya.
Llorais porque sus rubias cabezas inclinaron Sobre la fria almohada del lecho sepulcral, Y cual mortales tristes al sueño se entregaron, Y ángeles despertaron del coro celestial? ¡Oh! no sabeis sin duda que la alta Providencia Para su dicha eterna tal vez lo quiso así, Para salvar del mundo su cándida inocencia Que atropellar pudiera del vicio el frenesí.
Palabra del Dia
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