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Actualizado: 14 de junio de 2025
Sintió miedo viendo á su padre correr por el camino con la escopeta preparada, ansioso de dar desahogo á su furor matando. Era terrible el aspecto de aquel hombretón siempre tranquilo y cachazudo. Despertaba la fiera en él, cansado de que lo hostigasen un día y otro día.
Y como con el despertar de los sentimientos la memoria también se despertaba, comenzó a meditar sobre los elementos de la antigua fe y a mezclarlos a sus nuevas impresiones, hasta recobrar la conciencia de una relación entre el pasado y el presente.
Los días que no le despertaba al romper el alba el tío Ventolera cantando la misa desde la playa o subiendo la colina para lanzar unas cuantas piedras contra la puerta de la torre, el solitario permanecía en su jergón hasta bien entrada la mañana. Llegaba a sus oídos la voz monótona del mar, la gran madre arrulladora.
La casa Dupont es mi refugio: si saliese de ella, tendría que volver con toda mi prole a la miseria desesperada de Madrid. Estoy aquí como un vagabundo que encuentra posada y toma buenamente lo que le dan, sin permitirse criticar a sus bienhechores. El recuerdo del pasado, con sus ilusiones y sus alardes de independencia, despertaba en él cierto rubor.
No insisto repuso el médico , porque no quiero que me tenga usted por imprudente; pero le aseguro que, sin ese temor, más de dos veces le hubiera preguntado, en estos últimos días, por los motivos de un desaliento que no ha podido usted disimular. Despertaba esta declaración de Neluco la idea, no dormida enteramente en mí, de confesarme con él, como Facia se había confesado conmigo.
Si volvía a casa más tarde que yo, entraba y se acostaba con tal cautela, que nunca me despertó; si se retiraba más temprano, me aguardaba leyendo para que pudiese acostarme sin temor de hacer ruido. Por las mañanas nunca se despertaba hasta que me oía toser o moverme en la cama.
La sangre de los abuelos criollos despertaba en sus venas... Su hijo mayor era más equilibrado; pero en cuanto a carácter, allá se iba con el otro. ¡Gente interesante y temible!... Nélida y él eran más tranquilos, más alemanes, de genio siempre igual.
De repente, Rafael despertaba con los aplausos y el barullo. Había llegado el momento de votar, y el diputado, viendo todavía los últimos contornos de la casa azul que se desvanecían, preguntaba a su vecino de banco: ¿Qué, votamos? ¿Sí o no?
Dormíase muchas veces vencida por la fatiga, y despertaba al sentir en sus ojos la violenta impresión de la luz. Isidro, con aire fatigado, desnudábase junto al lecho. ¿Qué hora era? Las tres; las cuatro. El joven excusaba su retraso hablando de los deberes que pesan sobre un escritor, de las exigencias del oficio.
El campo se despertaba al salir el sol, un ligero estremecimiento agitaba la hojarasca, una nube de insectos volaba de nidos invisibles y en el resplandor de los primeros rayos de oro los pajarillos se elevaban en los aires.
Palabra del Dia
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