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Actualizado: 23 de octubre de 2025
«Hoy me vas a examinar bien... le dijo su primo . Figúrate que soy un desconocido que se te presenta en tu consulta. Déjate de bromas conmigo, y no me ocultes la verdad. Mira que te desacredito, si no lo haces así». Bueno, hombre, descuida; te registraremos en toda regla replicó el médico sonriendo y sentándose junto a él . ¿Te has cansado mucho? ¿No me ves? También es gana de hacer preguntas.
En cuanto tiene dinero hace cada barbaridad... Con que no le des ni un duro. ¿Me lo prometes? Pero, mujer... No hay pero que valga; cuanto le das es para su mal. ¿Por qué? Porque tiene... Vamos, que se lo gasta todo con una bribona, no para en casa, descuida el estanco, trata mal a la pobre tía... y se pone malo. ¿Lo harás? Te prometo no volver a darle ni una peseta.
Si esto ha sido cosa de Tirso y ha empezado por hacerla ir a misa, luego querrá que confiese, vele al Santísimo y vaya a las Cuarenta Horas, con todo lo cual verás cómo anda la casa y se descuida el atender a papá. Ya estás creyendo que se nos ha entrado la Inquisición por la puerta. Milagro será que no pretenda hacernos a todos beatos.
María... ¿Te vas?... No..., iba a ver si llegaba el padre. ¿Pero no te irás?... No, hombre, descuida; no me voy... ¿Estarás aquí hasta que muera?... Hasta que mueras estaré replicó ella dulcemente.
También iba á caballo, pero la «señora marquesa» se negaba á aceptar su compañía. Vaya usted á sus negocios, señor Pirovani. Mi marido dice que los descuida usted mucho, y eso me entristece... El señor Watson está más libre ahora y me acompañará. Acababa el italiano por aceptar tales palabras, con cierto agradecimiento. ¡Cómo se interesaba por sus negocios esta mujer!
El se encargaría de avisar a su casa para que no lo esperasen. Otra vez Gallardo hizo un gesto angustioso; pero se tranquilizó con la mirada del apoderado. ¡Descuida! murmuró éste al ir hacia la puerta . ¿Crees que soy un chiquillo?... Diré que comes con unos aficionados de Madrid.
Cuanto más, señores guardas -añadió don Quijote-, que estos pobres no han cometido nada contra vosotros. Allá se lo haya cada uno con su pecado; Dios hay en el cielo, que no se descuida de castigar al malo ni de premiar al bueno, y no es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres, no yéndoles nada en ello.
«Luego, luego veremos dijo el Director, resistiéndose a tomar la suma . ¡Ah! ¿También trae ropa? Veo que no se descuida usted... Está bien, bien. El pobre D. Tomás tenía ya mucha falta... Déjelo usted ahí. Luego... Siéntese usted y descanse. ¿Pero no le veré ahora mismo? preguntó ella con ansiedad. No es fácil, no es fácil. Ya sabe usted que se excitan mucho al ver a las personas de su familia.
La palabra de Ulmus sylvestris, cuando se trataba de algo comprendido en la jurisdicción de la picardía, era sagrada. «Descuida, chico, no faltaba más... Ya tú me conoces». En efecto, Narciso no lo dijo a nadie, con una sola excepción. Porque, verdaderamente, ¿qué importaba confiar el secretillo a una sola persona, a una sola, que de fijo no lo había de propalar? Sólo tú lo sabes.
Palabra del Dia
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