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Actualizado: 22 de julio de 2025
Nada nuevo podía esperar; se horrorizaba pensando en el parloteo vano de una desconocida que desea hacerse interesante; en las mentiras de un sentimentalismo repentino y falso; en la grotesca animalidad del acoplamiento que daría fin á tanta molestia. No; le era imposible.
Germana durmió poco aquella noche. Estaba acostada en una inmensa cama de pabellón, en el centro de una habitación desconocida. Un globo de porcelana mal iluminaba los tapices. Mil figuras extravagantes parecían salirse de la pared y bailar alrededor de la cama. Por primera vez, durante veinte años, se veía separada de su madre.
Los esfuerzos reunidos de Don Luis y de Don Fernando lo libran al cabo de la cárcel, y el último se empeña en hospedarle en su casa. Don Juan acepta la invitación, descubriendo entonces por vez primera que la desconocida, á quien ha entregado su corazón, es la hermana de su huésped.
Por último, habiendo caído en sus manos un libro sobre la fabricación de la cerveza, entregóse con ahinco a su estudio, pidió a Inglaterra otros varios y comenzó a imaginar que acaso en Sarrió se obtendría un resultado feliz y pingües beneficios con esta industria desconocida. Se le ocurrió montar una fábrica.
La lógica humana, en su origen, es rudimentaria e ilógica, porque procede por tanteos y no en derechura ni con seguridad. Débese ello a que durante esta etapa el hombre anda buscando finalidades absolutas, en lugar de coordinaciones experimentales y finalidades relativas; y todo porque tiene miedo a la muerte, pusilanimidad desconocida en la Naturaleza hasta el nacimiento de la conciencia humana.
Y, lo que pasa cuando uno se ve atendido y festejado por una mujer no desgraciada en casa desconocida, la cubrí de flores, celebrando sus partes en todos los tonos y formas posibles. Ella se mostraba felicísima y me pagaba, en igual o parecida moneda.
La señora Chermidy, concibió, acarició, debatió y rechazó la idea de un crimen mientras cerraba la sombrilla y saludaba a Germana, que no la conocía. Germana la acogió con esa gracia y esa cordialidad que es privativa de los venturosos en el mundo. La visita de una desconocida no tenía para ella nada de sorprendente.
Y Amparo me asió las manos, las estrechó contra su boca, y las cubrió de lágrimas. Después salió. Mustafá, que durante esta escena había estado echado sobre la alfombra, se levantó, me miró, movió lentamente la cola, y siguió a la niña. Empecé a sentir una vaga, pero dulce ansiedad: Amparo había causado en mí una impresión profunda, me había hecho experimentar una sensación desconocida.
En esto pensaba a su modo la Regenta, y quería que aquella ola de piedad la arrastrase, quería ser molécula de aquella espuma, partícula de aquel polvo que una fuerza desconocida arrastraba por el desierto de la vida, camino de un ideal vagamente comprendido. Calló el P. Martínez y comenzó el órgano a decir de otro modo, y mucho mejor, lo mismo que había dicho el orador de lujo.
¡Qué genio! ¡Reconozco la admirable ciencia de las sabias deducciones! ¡Has adivinado! ¡Marcho a estudiar el alma de la desconocida que amaré quizá!, y sobre todo... ¡Oh!, muy sobre todo... por huir de la joven que no amo. ¡Si supieras cuánta energía se tiene en estas tristes circunstancias! ¡Es espantoso! Mañana, tomaré el rápido para Strasburgo. Dentro de ocho días estaré en Viena.
Palabra del Dia
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