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Actualizado: 5 de junio de 2025


Entre aquellas y la costa, se encuentra el bajo madrepórico del Talusan y los descarnados peñascos llamados San Juan y Taliban.

Pero era en las horas de sol, en aquel mar de cristal azul, viendo allá bajo, a través de fantástica transparencia, las rocas amarillas con sus hierbajos puntiagudos como ramos de coral verde, las conchas de color rosa, las estrellas de nácar, las flores luminosas de pétalos carnosos estremeciéndose al ser rozados por el vientre de plata de los peces; y ahora estaba en un mar de tinta, perdido en la oscuridad, agobiado por sus ropas, teniendo bajo sus pies ¡quién sabe cuántos barcos destrozados, cuántos cadáveres descarnados por los peces feroces!

Otros no eran ya más que esqueletos en una playa desierta, descarnados por los pájaros de presa, mondados hasta el tuétano por los infinitos enjambres de la selva tórrida, donde todo se mueve y hierve con vida devoradora, blanqueados y secados por el fuego del sol hasta convertirse en frágil cal.

«Si se pudiera, despojar a mi persona moral de esta envoltura de carne, que, estoy de acuerdo en ello, engaña al ojo del observador, mi persona moral digo, no sería más que un esqueleto, un árbol muerto, completamente muerto, sin savia y sin hojas, un árbol que tiende hacia el cielo sus largos brazos secos y descarnados. Con tal de que lo moral no arruine a lo físico...

En aquel camino no encontraréis ni cascadas, ni ríos caudalosos, ni viva ni alegre vegetación. La hoja pierde su esmalte con el polvo que la cubre, y los ríos en tiempo de secas muestran sus descarnados lechos salpicados de las excrecencias volcánicas que arrastran de las misteriosas grutas del San Cristóbal.

Ellos sirven de diversión en las convulsiones y estertores de la agonía; derraman por la arena su sangre y sus entrañas; se pisan al andar el redaño y los sueltos intestinos, y andan, no obstante, a fuerza de los espolazos del picador y en virtud de los palos que sacude en sus descarnados lomos un fiero ganapán, quien innoble y grotescamente va por detrás dando aquella paliza, a fin de aumentar el dolor y sacar del dolor un resto de movimiento y de energía en un ser moribundo, que, si no tiene pensamiento, tiene nervios y siente como nosotros.

Es el vientre en forma de persiana, son los muslos descarnados, las manos que se manchan de herrumbre y los pies que se deforman. La Choute toma notas, y, cuando ha concluído, manifiesta que todo esto puede repararse. Me enviará usted discretamente todos sus productos, ¿verdad...?

A las pocas orzadas, dejamos por la proa los descarnados pilares de madera que serán en su día la sustentación del puente de la Convalecencia, así llamado, se entiende cuando esté concluído porque pondrá en comunicación las dos orillas del Pasig, siendo la principal base y en la que descansará aquel, la pequeña isla de Convalecencia, en la que vimos destacarse un amplio edificio, que nos dijeron ser el Hospicio.

La alimentación, pobre y escasa, no llegaba a formar el más leve almohadillado entre el esqueleto y su envoltura. Hombres que aún no tenían cuarenta años, mostraban sus cuellos descarnados, de piel flácida y abullonada, con los tirantes tendones de la ancianidad.

Aquellos seres que se hallaban a las puertas del sepulcro, secos y descarnados como esqueletos, volvían a recobrar sus fuerzas para la matanza. No vacilaban ni estaban entorpecidos; cada cual cogía su piedra y la arrojaba al precipicio, volviendo a coger otra sin perder tiempo y sin mirar siquiera lo que pasaba debajo.

Palabra del Dia

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