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Actualizado: 17 de julio de 2025


Oh, Señor mío! -dije yo entonces-, ¡a cuánta miseria y fortuna y desastres estamos puestos los nacidos, y cuán poco turan los placeres de esta nuestra trabajosa vida! Así lamentaba yo, en tanto que mi solícito carpintero con muchos clavos y tablillas dio fin a sus obras, diciendo: "Agora, donos traidores ratones, conviéneos mudar propósito, que en esta casa mala medra tenéis."

Con esta nueva no se resolvieron á caminar á tierra de moros los judíos, afligidos con el justo recelo de sufrir allí nuevos desastres; i así formaron en los campos de Arcilla una especie de real, en donde estuvieron varios meses sin determinarse á cosa alguna.

Á uno de estos grupos, compuesto de jóvenes de veinte á veinticinco años, se acercaron los tres embajadores para comunicarles la negativa inflexible de Nolo de la Braña. Sus corazones se llenaron en seguida de tristeza y consternación, presagiando horribles desastres.

La vida había recobrado su curso regular, cicatrizando las heridas, reparando los desastres, amortiguando la amargura de las añoranzas. Ya no se conspiraba, se censuraba apenas; se esperaba. Finalmente, en un ángulo del salón había una mesa de juego para los hijos, y allí cuchicheaba, mientras se barajaban los naipes, el grupo joven, los representantes de lo porvenir, es decir, de lo desconocido.

En los dias séptimo y octavo del viage se sube el Piray, con muchísimo trabajo si la estacion es de seca: el álveo de este rio, bastante profundo desde luego, se halla de trecho en trecho obstruido por árboles que las corrientes amontonan, ó por espigones permanentes en el fondo del rio, contra los que tropiezan á menudo las canoas; lo que ocasiona no pocos desastres.

I esto decian al rei, trayendo argumentos con que mostrarle ser costumbre mui recibida de los judíos matar á algunos hombres de poco valor i de mui mala condicion que solia haber entre ellos: los cuales eran malsines, i turbaban con sus lenguas la paz de las juderías, levantando rencores i enemigas entre unos i otros, i dando ocasión á muchos desastres é inquietudes.

Adonde en su ribera deleitosa, De todos los desastres olvidados, Nos tuvimos por gente muy dichosa, En vernos ya de asiento allí poblados; Con gozo celebrando la famosa Victoria de mancebos esforzados Contra el soberbio indio belicoso, Y en todo el Argentino mas famoso.

Ahora cuesta todo un ojo de la cara; la fiebre amarilla por un lado y los malos tiempos por otro han puesto a Andalucía en tal estado, que toda ella no vale una aljofifa; y luego añada usted a esto los desastres de la guerra. Verdad es que el honor nacional es lo primero, y es preciso seguir adelante para vengar los agravios recibidos.

Pero a pesar de estos desastres, nuestra aliada, la orgullosa Francia, no pagó tan caro como España las consecuencias de aquella guerra. Si perdía lo más florido de su marina, en tierra alcanzaba en aquellos mismos días ruidosos triunfos.

En medio de tantos horrores y de tantos desastres, el oro circula allí a torrentes, y Facundo gana al fin de quince días los 100.000 pesos de la contribución, los muchos miles que guardan sus amigos federales y cuanto puede apostarse a una carta. La guerra, empero, pide erogaciones, y vuelven a trasquilar las ovejas ya trasquiladas.

Palabra del Dia

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